Marianita versus Virgen de las Angustias

Me parece indecoroso que en una ciudad con tantas carencias como Granada se piense más en el ocio que en el trabajo

Al caer el próximo año el 2 de enero en domingo, los granadinos tendremos un día festivo extra. Unos querían que fuera el día de Mariana Pineda (26 de mayo) y otros el día de la ofrenda florar a la Virgen de las Angustias (15 de septiembre). Los que ocupan los escaños en el salón de plenos del Ayuntamiento de la capital granadina se han batido en duelo y los de izquierdas, que apostaban por Marianita, se han llevado el gato al agua. Así que el año que viene recordaremos con un vaso de manzanilla en la mano a la mártir por la libertad y dejaremos que las flores de la Virgen se marchiten sin que haya campanadas de fiesta de por medio. Dicen las crónicas periodísticas que el debate fue arduo, espeso y largo. Y que se llevó buena parte del tiempo del pleno. En la misma polémica va incluida, como el dos por tres de las campañas de los supermercados, la que se ha creado al declararse lectivo el viernes del Corpus. Los centros educativos y las asociaciones de padres de alumnos dicen que se han enterado por la prensa, que es como se enteran aquellos que pretenden que el enemigo no se cosque de la emboscada. Y que están dispuestos a pelear para que ese día no haya clase. No sé. Al de la fotillo de arriba le parece casi indecente que se reivindiquen festividades y días no lectivos en unos tiempos en los que hay que ponerse las pilas, teniendo en cuenta que España sigue siendo un país con baja productividad laboral (no en echar horas de trabajo, que no es lo mismo) y en donde con unos cuantos tejemanejes de calendario nos fabricamos unos puentes que el del río Kwai se queda corto. A lo mejor peco de demagogo, pero me parece indecoroso que en una ciudad como Granada, con tantas carencias y asignaturas pendientes, se piense siempre más en el ocio que en el trabajo. El mayor tiempo de los debates debería ser empleado en procurar quitarle las telarañas a una ciudad paralizada, entumecida, en la que no hay en marcha un gran proyecto, iniciativa o idea con la que avanzar en nuestro destino. O al menos, nos equipare a esas capitales cercanas de las que ya llegamos a tener envidia. Dicho esto, que llene.

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