Los nuevos tiempos

César De Requesens

crequesens@gmail.com

Mujeres que no hablan solas

Los adelantos de la técnica han permitido mayor libertad pero una necesidad de compartir se impone

Las veo caminar en soledad por la acera camino del trabajo o del domicilio desgranando los mil y un pormenores de la última hazaña de ir a recoger a los niños o visitar a mamá o esperar a recibir la mensualidad o el subsidio del paro. Todo normal. Salvo que las oigo lanzar estos mensajes al aire, sin compañía alguna. En principio he llegado a pensar que hablaban solas. Pero no. Alguien invisible las acompaña.

Para el mal observador, se diría que hablarían al aire o a algun acompañante ideal o imaginario en su deambular solitario pero a poco que te fijes compruebas que no es del todo así. Es una especie de monólogo continuo en voz alta pero compartido a través de los auriculares y el pequeño micrófono que observas asomar discreto entre su pelo y el borde de su abrigo. Serena, reconforta, tranquiliza saber finalmente esta verdad de que del otro lado del auricular alguien hace mucha y buena compañía.

Siempre me llamó la atención esa necesidad de narrarse la vida en tiempo presente de muchas mujeres que observo recorrer las calles que tanto me gusta frecuentar para pulsar el tiempo que fluye, cambia, se perpetúa en sus costumbres. Es el mejor indicativo en vivo y en directo de por dónde y cómo vamos. Las estadísticas y los números son tan fríos que es mejor esperar a que cobren realidad y plena vida para buscar su encaje en ese mosaico hermoso que es el fluir de lo real.

Y nada como esas imágenes que hablan por si solas. Los adelantos de la técnica y las comunicaciones han permitido mayor libertad pero una necesidad de compartir se impone. La vida no es igual si no la cuentas. Y, por supuesto, alguien debe haber del otro lado para confirmar, sugerir, asentir, discrepar.

Los hombres, como no, también practican esta costumbre solitaria en comandilla y también en tan lejana compañia. Pero gesticulan más, vociferan, se enervan o se ríen, se paran en mitad de la vía pública para discutir acalorados cuando el asunto tiene la suficiente miga. No es tan monocorde y sutil su discurso más incorporado al andar apresurado y recogido que observo en ellas, más lleno de matices en el discurso que se alcanza a escuchar, más colorido y vivaz, más suyo.

Con el tiempo he confirmado que esa práctica es bastante más habitual de lo que creía. Son los tiempos y sus soluciones. Todo sea que ese sentirse en compañía distante se vaya transformando en algo más deseable por real, con menos tecnología.

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