Bloguero de arrabal

Pablo Alcázar

coleraquiles@gmail.com

El PSOE, una derecha caramelizada

Los columnistas, mucho criticar, mucho criticar, pero no tenemos en nuestras plumas la receta mágica de salvación

Los buenos columnistas se suelen emplear a fondo en encontrar las raíces de las cosas y en explicárselas a sus lectores. Los columnistas de arrabal tratamos también de hacer lo mismo. Más difícil nos resulta encontrar soluciones para los vicios que denunciamos. Pero no somos los únicos. La mujer que se sentó a mi lado en el metro el pasado martes, adoptó con su hija una actitud tan antipática como la que solemos usar los predicadores sociales con cualquier personaje público, sospechoso de delito o yerro. A voces, le dijo taxativamente a su hija: "Tú lo que tienes que hacer…", e inmediatamente le lanzó un consejo no solicitado y una receta, inútil a todas luces, para resolver el problema que tenía la chica. La mujer del metro, al fin y al cabo, sólo se dirigía a su hija y su única culpa fue pensar que lo que le decía podría resultarnos útil a todos los pasajeros que viajábamos en un vagón de acústica tan perfecta como la del Auditorio Manuel de Falla. Pero el columnista menos dotado, la pluma más menesterosa, con esto de que publica sus consejas y admoniciones en papel, en un blog y en el Facebook, a lo mejor termina creyendo que disfruta de más audiencia y que tiene el poder de influir en la vida de más personas que la mujer del metro. Y subido, incansable, en su pedestal, termina por hacerse merecedor de una reprimenda semejante a ésta que la sobrina de don Quijote le atiza a su tío, en la segunda parte de la novela cervantina: "¡Válame Dios!¡Que sepa vuestra merced tanto, señor tío, que, si fuese menester en una necesidad, podría subir en un púlpito e irse a predicar por esas calles, y que, con todo esto, dé en una ceguera tan grande y en una sandez tan conocida, que se dé a entender que es valiente, siendo viejo, que tiene fuerzas, estando enfermo, y que endereza tuertos, estando por la edad agobiado, y, sobre todo, que es caballero, no lo siendo; porque, aunque lo puedan ser los hidalgos, no lo son los pobres!". No mi sobrina, pero sí varios militantes socialistas me han reprochado que me haya atrevido a decir en Facebook que el PSOE es una derecha caramelizada y crujiente, en lecho de falsas promesas y mentiras. Y lo que más les ha molestado es que no les haya dicho lo que tienen que hacer para convertir el partido en un sabroso manjar de vida y esperanza, como a ellos les gustaría.

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