Cambia, todo cambia

Pagan nuestros muertos

¿Quién paga la fiesta? Pues evidentemente las familias de quienes mueren en Granada

De entre todos los lugares comunes de una sociedad, hay algunos que son de paso obligado. Así, uno de los pilares que facilitan ciertas cotas de igualdad y de consenso social en nuestro país es el carácter público y universal del acceso a estos lugares. La educación obligatoria o la sanidad constituyen ejemplos claros, y, aunque nos cueste pensar en ello, también lo son los servicios funerarios.

Ya en el Siglo XV Jorge Manrique escribía que "llegados son iguales los que viven por sus manos y los ricos", sin embargo ni entonces ni ahora la muerte será igual para quienes tienen más y para quienes tienen poco. El primer grupo vive más y mejor a costa de la pobreza del resto, y es evidente que el entierro de un rey no es igual que el de una campesina.

Actualmente los servicios básicos están cubiertos, pero la cuestión funeraria sigue generando grandes desigualdades. Como ha señalado la portavoz de Vamos, Granada, Marta Gutiérrez, la Empresa Municipal de Cementerios ha facturado desde su privatización un 55% más, mientras el número de muertes se ha mantenido más o menos estable. Aunque el Ayuntamiento sigue poseyendo el 49% de Emucesa los beneficios generados por este "negocio" han ido a parar al socio privado que se ha embolsado casi tres veces más que las necesitadas arcas municipales.

Este nuevo milagro como tantos otros obrados por grandes empresas se hace a costa de una población que como en la Edad Media sigue pagando la gran vida (y la muerte) de la élite que nos dirige.

¿Quién paga la fiesta? Pues evidentemente las familias de quienes mueren en Granada que año tras año sufrimos supuestas subidas de tasas que no han sido aprobadas por un consejo en el que nuestra representación llega casi a la mitad. Un bien común de gran valor patrimonial como el cementerio con unas modernas instalaciones que hemos pagado con nuestros impuestos es cada vez más inaccesible, llegando hasta el extremo de que muchas familias de la ciudad tienen que desplazarse a los tanatorios de la periferia por no poder asumir los costes crecientes que ha supuesto la privatización de Emucesa.

En el PP de Sebastián Pérez, que se jacta de defender la tradición y la familia, no dudaron en utilizar lo que pagamos por nuestros muertos para hacer contratos fantasma a sus afiliados. Y la jefatura susanista del PSOE local lleva dos años permitiendo que algunos hagan negocio hasta con la muerte. Si las próximas elecciones no lo soluciona, quizás tengan que ocurrir las intermitencias de la muerte que relató Saramago para acabar con esta estafa.

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