Política 'esaboría'

Ojalá no olvidemos cómo la ciudad se desmorona en una crisis mientras el Ayuntamiento dificulta más que ayuda

Decía Carlos Cano no hace tanto tiempo aquello de "política no seas esaboría". Y eso que lo escribió apenas acabando la transición, cuando aún teníamos futuro y esperanzas. Qué cantaría ahora, en esta oscura época de fake news, trolls, populismos…

Reflexionar sobre el sentido y la necesidad de la política, sobre qué es o debiera ser eso de la gestión de lo público siempre es adecuado, pero a dos días de las elecciones en la comunidad de Madrid cobra un nuevo sentido: se convierte en una urgencia. Y no es por los resultados en sí mismos, que ya sabemos que la democracia tiene esa virtud, la de que las urnas son la verdad incuestionable. Pero, al margen de los resultados, ¿es razonable que el partido responsable de la desastrosa gestión de la pandemia en esa comunidad obtenga un resultado arrollador? ¿No es sorprendente que, sobre una campaña llena de tópicos y banalizaciones, se construya un relato ficticio y triunfador? Seguro que, a partir de ahora, multitud de personas expertas o aficionadas nos darán sesudas explicaciones sobre el cómo y el por qué de todo esto.

Y quiero llevar la reflexión a lo más cercano, a nuestra ciudad. Cuando en un par de años se convoquen elecciones municipales ¿recordaremos cómo ha llegado a la alcaldía quien ahora gobierna en la plaza del Carmen? ¿Tendremos presente el pacto de los trapos sucios (así lo bautizaron los medios: ahí lo dejo) con el que los partidos políticos PP y Cs se jugaron Granada en una partida de cartas? Ojalá no olvidemos cómo la ciudad se desmorona sumida en una crisis económica y social desgarradora, mientras la no-gestión del ayuntamiento dificulta en vez de ayudar.

Un voto es un arma. Con ella se puede transformar el futuro. Pero es el arma para participar en política, no para dejarla en manos de nadie. Solo la participaron sustenta la verdadera democracia. Solo con el aporte de todas las personas que formamos la ciudad, la comunidad, el Estado, construiremos una convivencia mejor. Y es verdad que participar no puede ser solo nuestro voto cada cuatro años (o los que sean). Pero ese es imprescindible.

Quedan aún meses para esa convocatoria. Pero la reflexión vale para todas: la política nos incumbe, porque de ella depende nuestro futuro. Participar plenamente, en nuestra condición de ciudadanas o ciudadanos, es lo deseable. En su defecto, nuestro voto es nuestra mejor baza. Hagamos de la política una tarea común, consigamos hacerla amable en vez de esaboría.

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