Los nuevos tiempos

César De Requesens

crequesens@gmail.com

Real aprecio

Esta monarquía del popular-capitalismo en Granada saboreó el aprecio real de la masa y de las élites

Viendo el desfile del sábado, bajo aquel sol de justicia en la tribuna y con el rey y la reina justo enfrente, me asaltó la interrogante de si es Granada monárquica o republicana, cuestión me pareció enseguida baladí y casi inane.

A aquella distancia que estaba de los monarcas pensaba también en lo poco envidiable que resulta ser rey y haber sido preparado para ello desde la cuna. En los demás vemos lo bueno de lo que nosotros carecemos. Pero a mí ese saber lo que serás en la vida desde la niñez, aunque pintado de oro, no veo que merezca la pena. Inventarse y reinventarse en la lucha por el diario vivir es la fortuna inmensa de la libertad frente al destino.

Pasaba el desfile de coraceros arropando al mercedes regio y ya íbamos camino del cocktail con la mayor densidad de medallas por metro cuadrado que se haya visto nunca. Los militares y los políticos brindaban por el rey y la patria, los socialistas los primeros. Qué bueno. Acto seguido, en perfecta sincronía de verdaderos profesionales sociales, rey y reina se repartían los dos pisos abarrotados de caras expectantes para que todos tuvieran su saludo con o sin foto.

Malos tiempos estos para el boato. Sin embargo, la monarquía sin oropel no es nada. Tiene el poder algo siempre de majestuoso, de solemne y grave, como si levitara unos centímetros más alto que el suelo, como esa desenvoltura noble del rey Felipe que da manos como en una danza entre las multitudes, grácil, sin perder la compostura de almirante en jefe, sin mostrar ni una pizca del cansancio más que razonable.

Granada se sentía corte por un día con reyes incluidos. Vivas al Rey y alguno a la reina. Y oficiales en firmes ar al saludo agachando la cabeza. Y ya salían del Auditorio tras un día de regalo que corona el alcalde Cuenca como su gran legado.

Esta monarquía del popular-capitalismo en Granada saboreó el aprecio real de la masa y de las élites. Porque la gente tiene tanta desmemoria como ganas de ser feliz y dejarse salir el puntito bobalicón que nos deja inermes ante la épica regia tipo Narnia o El Señor de los anillos. Las monarquías simplifican la realidad ubicando con la rotundidad de los símbolos rotundos. Y eso relaja y sitúa. De ahí su pervivencia necesaria.

Bajé de aquellas alturas en la Alhambra de regreso a mis nimiedad cotidiana con la embriaguez que te queda de los momentos clave. A veces Granada se luce y hasta el regio sol sonríe sin fisuras, cómplice.

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