Bloguero de arrabal

Pablo Alcázar

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¿Regicidio, magnicidio o tiranicidio?

Cuando hay un presidente socialista, algún bárbaro sugiere que hay que desactivarlo letalmente

A los expertólogos no nos gusta que aficionados y diletantes se metan en nuestro terreno. A mí, como filólogo (repetido tres veces el término ‘filólogo’, suena como el glugluteo de un pavo real. ¡Probad!), me fastidian las imprecisiones en el uso de nuestra hermosa lengua. Constato, después de que un político haya sugerido la posibilidad de desactivar al presidente del gobierno, colgándolo de los pies (como en su día hicieron con Mussolini), que se están confundiendo los términos ‘regicidio’, ‘magnicidio’ y ‘tiranicidio’. Sí me gustaría señalar que, cuando el presidente del Gobierno es socialista, se oyen recias voces de la caverna que desentierran el término tiranicidio e, incluso, que justifican su uso echando mano de padres de la iglesia o simplemente de relatos históricos en los que los que guillotinaron a un rey decían defender, también, los derechos humanos, como es el caso de los revolucionarios franceses. Lo de Luis XVI no fue un tiranicidio, fue un regicidio. Cuando una noche, intentando conciliar el sueño, oí en la COPE segoviana que alguien justificaba, citando a Tomás de Aquino, el tiranicidio para Zapatero, me enfadé un poco, porque asesinar a un presidente no es un tiranicidio, sino un magnicidio. No confundamos los términos: un respeto para el castellano y para los filólogos, sus sumos sacerdotes. ¡Desde Segovia –y esta idea me desveló–, donde los Comuneros fueron degollados por traidores, se proponía una nueva decapitación! Creo –al ser yo opinante– que el bien supremo es la libertad de expresión; porque, si fuera turronero, quizá pidiese cárcel para anoréxicos y altar para bulímicos. Así que no pediré que se silencie al que propone colgar a Sánchez. El que esto plantea se retrata él solo como un despreciable ser de odio. Ni condenaré tampoco al poeta cubano José martí por sugerir algo parecido: “¿Del tirano? Del tirano / Di todo, ¡di más!, y clava / Con furia de mano esclava / Sobre su oprobio al tirano”. Y menos, a los avispados libreros que han colocado en sus escaparates boca abajo -¿magnicidio simbólico?- el libro del presidente para venderlo mejor. De Gaulle, no enterró a Pétain, el traidor, boca abajo; su magnicidio funerario consistió en inhumarlo en una tumba orientada al revés que las demás sepulturas del cementerio de la Isla de Yeu. Refinamiento francés.

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