Los nuevos tiempos

César De Requesens

crequesens@gmail.com

Sánchez Montes, académico

Nos anima a muchos a seguir en la brega de indagar en los hechos para que ellos hablen más que nosotros

El lleno absoluto en el paraninfo de la Facultad de Derecho celebraba la tarde noche de ayer el ingreso en la Academia de las Buenas Letras de Francisco Sanchez-Montes González, el querido profesor-mentor de tantos apasionados de la Historia, el investigador infatigable y sobre todo el gran amigo que tantos de los que estábamos allí presentes.

He asistido a unos cuantos actos o ingresos de escritores amigos a esta academia (Olgoso, Friebe, Nevot, Arnas, Abad), pero mi otra pasión, la historia, tenía ayer un representante más que de altura en ese espacio solemne donde el glorioso pasado granadino (de 1492 a 1624, de los Católicos Reyes a Felipe IV con su brevísima ‘corte’ en la Alhambra) tuvo su tiempo para la observación reposada y reflexiva de Sánchez-Montes, un granadino necesario en la estela de Manuel Ángeles Ortiz o de su propio padre, baluartes como él del conocimiento que nos regalan referencias estables en el siempre aristocrático camino hacia la verdad de los hechos desde la independencia de criterio, algo tan singular y escaso como necesario para estos tiempos líquidos y variables que sufrimos.

Varios de los rectores que en Granada han sido entre el público; músicos; directores de la Alhambra; políticos ya sin remilgos de partido; periodistas de los que aún piensan que es posible el periodismo. Y sus muchos amigos. Todos escuchamos cómo el dato riguroso y la cita exacta pueden ser el mejor relato para dibujar el retrato de una ciudad que se abría a la modernidad con su siempre renuente parsimonia, celosa amante de su renombrado orgullo de ciudad en la que el conocimiento devaluado nunca tuvo espacio, eco ni acomodo.

Sánchez-Montes, intelectual-faro, nos anima a muchos a seguir en esa difícil brega de indagar en los hechos para que ellos hablen más que nosotros. A muchos nos transmite el respeto debido al conocimiento verdadero, como me consta que agradecen sus doctorandos y alumnos. Pocos profesores tan respetados en su disciplina como por el espíritu universitario que anima su docencia.

De ahí el aplauso/ovación final a este nuevo y grande académico de chaqué hasta los pies vestido para recibir la medalla de académico en tan solemne espacio donde nuestro amigo Paco pronunció su lección magistral sobre lo que tan bien conoce, la historia de esa Granada que vertebra en su caso discurso, talante y biografía.

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