Los nuevos tiempos

César De Requesens

crequesens@gmail.com

Sánchez ‘El increíble’

Hay que ser prácticos para deducir los pasos que pretende seguir. Si indica un camino será justo el contrario

Es un lugar común ya la poca fiabilidad que merece la palabra de un político. A poco que se tenga un histórico sobre el sujeto y se haga memoria cualquiera puede comprobar que eso de Donde dije digo digo Diego es absolutamente aplicable a la clase política salvo muy escasas y honrosas excepciones.

Pero el caso a estudio de Pedro Sánchez supera con creces a cualquier otro precedente o ejemplo presente. Su falta de credibilidad será ejemplo de estudiantes de generaciones futuras en las facultades de Ciencias Políticas de medio mundo. Esa capacidad suya de hacer lo contrario de lo que dice tiene la velocidad del relámpago. Un prestidigitador con chistera al que se le van agotando los trucos porque ya se los vamos conociendo y hacemos previsión de la trampa. Y, eso sí, como buen malabarista, lo hace sin alterar el gesto ni mover un músculo del rostro ya de amianto que se le va poniendo conforme pasa el tiempo y le desgastan esos socios que se busca que los carga el diablo según se ve.

Ya no es cosa solo de la oposición el tomarse el trabajo de denunciarlo. Entre sus propios compañeros de filas lo saben muy bien. Hasta el extremo de que, dándole la vuelta para descubrir sus verdaderas intenciones, sería más fácil saber qué dice que nunca hará por sus principios y como estadista político que se presenta y, acto seguido, deducir que será eso justo lo que hará en breve.

Superada la vergüenza de tener un presidente del gobierno sin ética alguna ni aprecio por la verdad pasada, presente o futura, hay que ser prácticos para deducir cuales son los pasos que pretende seguir de veras mientras pasa el lapso de tiempo entre lo que dice y lo que finalmente actúa. Si indica un camino será justo el contrario.

Lo deja más que claro con su modus operandi en temas como el no/sí de la amnistía o las líneas rojas de pactar con Bildu o los virajes de opinión con el prófugo. Podría hasta pensarse que miente sin un sonrojo siquiera por un bien superior (el interés del Estado, el ideario político de su partido o el cumplimiento de pactos secretos con unos y otros) y al menos esto salvaría en algo su prestigio. Pero va a ser que no. Va a ser, desgraciadamente para todos que su única ambición es perpetuarse en el poder sea como sea. Sin más. Y en ese modus operandi ya tan increíble para todos menos, según parece, para él y su palmeros ni gana él ni ganamos a la larga ninguno.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios