Cambia, todo cambia

Saramago, Portugal y España

Las ideas de Saramago podrían consolidar una necesaria alianza entre todos los pueblos ibéricos

Este 2020 se cumplen 10 años de la muerte del Premio Nobel de literatura José Saramago. Seguramente es la persona que mejor ha representado los vínculos que nos unen con Portugal, que son muchos a pesar de que las oligarquías de uno y otro lado siempre han tratado de que nos demos la espalda.

Nuestro país tiene una enorme deuda con este escritor que nos eligió como su hogar cuando decidió alejarse de los ataques del extremismo ultracatólico portugués que quiso lapidarlo por escribir El Evangelio según Jesucristo, una de sus obras maestras, por cierto. En el décimo aniversario de su fallecimiento estamos ante una excelente oportunidad para saldar una parte de esta deuda recordando la obra y la figura de Saramago. Con la energía que siempre ha tenido su mujer, la castrileña Pilar del Río, no debería ser difícil sumar a nuestro país a las actividades de la fundación que lleva su nombre. Lanzarote, donde la pareja ibérica fijó su residencia, sería un territorio clave para este propósito, y Granada, de donde procede la familia de Pilar, podría ser también otro lugar de referencia aprovechando la potencia cultural de nuestra provincia y de nuestra universidad.

Además, ahora que por fin parece que tendremos gobiernos hermanos en los dos estados, las ideas de Saramago podrían consolidar una necesaria alianza entre todos los pueblos ibéricos y por qué no, también acercarnos a Latinoamérica tal y como representa la utopía del libro La balsa de Piedra. Una federación de los pueblos del sur nos permitirá atravesar con nuestras balsas las tormentas creadas por la globalización y los partidarios del odio.

Y es que Saramago nunca se olvidó de su origen y era constante su identificación con aquellas personas cuya existencia estaba estrechamente vinculada con la tierra. Tanto en su obra como en sus opiniones, demostraba un gran compromiso con el mundo y con los pueblos. En estos tiempos de desigualdad insoportable, de emergencia climática y de colapso civilizatorio, las palabras de Saramago resuenan cada día con más fuerza. Hoy quiero recordar esta frase de los Cuadernos de Lanzarote: "Somos la memoria que tenemos y la responsabilidad que asumimos. Sin memoria no existimos y sin responsabilidad quizá no merezcamos existir". Les propongo utilizar esta frase como propósito de año nuevo, yo lo pienso hacer. Y si me permiten recomendarles una lectura para este año que entra, les aconsejaría Memorial del convento, a mi entender el mejor libro de Saramago y una de las más bonitas historias de amor que se han escrito nunca.

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