Un consejero -incluso el de Cultura- en el fondo y en la superficie, no es mucho más que un político, con un determinado bagaje o fortuna intelectual, académica y en algún raro caso, hasta creativa. Pero sólo eso, un político al servicio de un ideal que, a poco que se descuide, puede caer en la triste situación de convertirse en un político sectario, que es exactamente lo contrario a ser un leal servidor público. Y no hay nada más alejado de la cultura que el sectarismo, la intransigencia y la intolerancia. Y peor es cuando, a causa de una mal entendida forma de ejercer la política se cae en el desprecio gratuito e infame de forma generalizada.

Miguel Ángel Vázquez, que creo que pasará a la historia como un muy mediocre consejero de Cultura de la Junta de Andalucía, se permitió ayer la estúpida licencia de tratar de ridiculizar de un plumazo -o en una frase que tenía vocación de lapidaria- a toda la derecha metida en un saco, en el mismo saco, que debe de ser una a modo de checa, del que seguramente desearía que no saliesen nunca.

Un tic de desprecio a los que piensan diferente tuvo en la mañana del martes, hablando de Lorca, en el Centro Lorca y en la ciudad de Lorca: A la derecha nunca le ha gustado Lorca, dijo el sabio pelotas, devoto, según se ve, de calificar los gustos de la derecha, así, como en un sevillano todos por igual, valientes, como si de una sola persona se tratase.

Me pareció una actitud absolutamente imbécil, la de este insultante y despreciativo consejero, además de triste por denotar una enorme falta de capacidad de apreciar el gusto por el respeto. Este lumbreras debe ser de los que piensan que la cultura es cosa de izquierdas -y aún, en el tiempo que corre, hasta estará convencido de ello- anclado en un bolchevismo demodé y con olor a naftalina.

No sabemos si el consejero Vázquez; que debe de creer de verdad que sólo la izquierda disfruta de gusto y entendimiento bastante para amar a Federico; ha querido andar por esas lindes anonadado por la mucha belleza y cultura cierta de que disfruta, cada vez que se acerca a Granada. No podría creer que fuese así del natural.

Y no cometeremos el error -y la injusticia- de decir que es un torpe, un insensible, un irrespetuoso, incluso un inculto encubierto, por ser de izquierdas. Ni mucho menos. Pero no debemos olvidar que quien descalifica sensitiva e intelectualmente a muchos, por razón de ideología, ya se califica intelectualmente a si mismo. Me decepcionan sus capacidades, eso, capacidades. ¿O no?

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