Bloguero de arrabal

Pablo Alcázar

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¿Qué culpa tiene el tomate?

El 12 de Octubre es un día nefasto: imperiófobos e imperiófilos se enzarzan. Y cierra la heladería de Los Italianos

A quién no le va a gustar la conquista de un imperio español? Pues los hay. ¿Imaginan un mundo sin tomates o un mundo sin trigo? Les llevamos nuestro trigo y nos trajimos sus tomates. En el Día de la Hispanidad, imperiófilos e imperiófobos, defensores y detractores de la actuación de España en América, discuten. Fue el jesuita Zacarías de Vizcarra el que, a partir de 1926, con el apoyo de Maeztu, logra sustituir "el poco feliz e impropio" término de Raza por el de Hispanidad. Los imperiófilos creen que la conquista de América la hizo la madre patria en pro de las la civilización por medio de misioneros, artistas y conquistadores. Los imperiófobos pueden muy bien aducir los versos del Canto General de Neruda en los que el poeta señala las motivaciones de los conquistadores, de la castigada legión de los pobres del mundo, hijos del desamparo castellano, conocedores del hambre en invierno y de los piojos en los mesones. Pocos espirituales, más bien materiales las causas. Ellos buscaban libertades, otra vida. Huían del juez, de la hoguera, de la cárcel y de la miseria. El diplomático Inocencio Arias ha escrito algo muy sensato: que el 12 de Octubre, el día en que llega Colón a América, no se trata de celebrar, sino de recordar. Y recuerda que el español luchaba contra una civilización cruel, totalitaria que sometía salvajemente a otras tribus: la azteca que mataba regular y cruelmente a miles de personas y se las comía. Méjico no era pues un edén pacífico y paradisiaco. En Perú, aducen los imperiófilos, los incas también practicaban sacrificios humanos y su estado era totalitario. Además, argumentan, otros imperios europeos fueron más crueles y exterminadores que el español. Se trata del "y tú más", que tan cerca nos toca y nos enfada, aquí en casa y ahora. No estoy seguro de que cuando el caudillo mapuche Caupolicán, condenado en 1558 a morir empalado, sufría los terribles dolores del castigo, apreciara cierto alivio, como el que proporciona un ibuprofeno, por el hecho de que lo estuvieran sacrificando españoles y no ingleses u holandeses. El imperialismo y el colonialismo obedecen al impulso humano de sobrevivir, de proliferar, de dominar y de usurpar. No es benéfico, no es pacífico, puede ser tan devastador como un volcán. Pero, tras la catástrofe, el trigo y el tomate siempre germinan.

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