Bloguero de arrabal

Pablo Alcázar

coleraquiles@gmail.com

Las drogas, lanzaderas sexuales

Los jóvenes chocan, sin escudos ni airbags, con el alcohol y otras drogas como desinhibidores

Qué riqueza la de las hablas andaluzas! En La república hablanera, un precioso libro del escritor cordobés Prudencio Salces, encuentro la palabra 'lagareo' con un significado muy distinto al que le daban en mi pueblo. En Montalbán, el lagareo, término procedente de 'lagar', es la acción, el trabajo, la labor; sinónimo de trajín y bullicio. Del mismo origen debe de ser 'lagarejo', la palabra que en Cenes designaba el rito de paso que los mozuelos aplicaban a los adolescentes que dejaban la niñez. Convertían las partes íntimas del púber en un lagar. El oficiante te bajaba los pantalones y los calzoncillos y dejaba a la vista de la parroquia, tú tumbado en un surco o en un brazal, los dulces frutos, ya en sazón, de tus ingles. Te las cubrían de tierra y, luego, de fluidos corporales ofrendados por los concelebrantes. De ahí salías preparado para que el alcahuete, tu segundo oficiante, te llevase a casa de la madre Celestina para comprometer tu virginidad. Cumplido este segundo paso, un delicado Merlín, perito en cortesías, te iniciaba en el arte del buen amor, para que encontraras a una chica que te comprendiera y con la que desayunar los restantes días de tu vida. Estos complejos ritos de conocimiento y de maduración, propios de otras épocas, parece que ahora no se practican; y que la inevitable colisión de los sexos, se simplifica con la ayuda del alcohol y de otras drogas. Suspendidos los preámbulos, el cortejo, el festejo, la pre tensión, el desplume de la pava, la escala secreta, el laúd, la serenata, la flor, el billete amoroso, el mensajero que no sabe decirte lo que quiero, ahí estamos, tú y yo (sí que no, no que sí), borrachos, alucinados y temerosos, porque, al fin y al cabo, otro cuerpo es otro cuerpo, y eso asusta. Los jóvenes no recurren a Tinder para conocerse. Según un estudio en curso sobre la precepción que tienen los estudiantes de las desigualdades que se dan entre ellos, dirigido por el profesor de la UGR Antonio Manuel Lozano, esa herramienta de ligue solo la manejan un 2,5% de los encuestados, mientras que el 89% afirma no haberla usado nunca, y el 8,5% restante dice haberla utilizado solo alguna vez. La fuerza que los impulsa los lleva a colisionar presencialmente, sin airbag ni escudos, en la calle, y a interactuar, con las drogas como alcahuetas. ¡Bang!

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