La limpieza

Si nos damos un paseo por la ciudad no es difícil notar cómo están de sucias las calles, los jardines, los parterres,...

Decía mi abuela, una mujer sabia que nunca fue a la escuela, que no es más limpio quien más limpia, sino quien menos ensucia. Y ese concepto tan básico y de sentido común es fácilmente aplicable a la vida cotidiana. A la individual, de forma clara. A la colectiva, como apelación a la responsabilidad, quizá también. Pero no puede ser uno de los ejes sobre los que se articule la toma de decisiones de ningún organismo público, como podría desprenderse de lo que se prepara en la plaza del Carmen.

Y no es que nuestro Ayuntamiento se haya pasado a trabajar el sentido del bien común como objetivo prioritario o esté pensando en darle un enfoque colaborativo a los servicios públicos. Es, simplemente, que está barajando datos "a la baja" sobre los que negociar el nuevo contrato con Inagra, la empresa encargada de la limpieza de calles y plazas en la ciudad.

En una nueva entrega de contabilidad imaginativa, el documento de trabajo a partir del que se realizará la licitación del nuevo contrato, recoge como costes laborales una cifra de 22,9 millones de euros, coste que, en 2019, fue de 24,5millones. En el mismo documento se refleja una plantilla en la que trabajan 426 personas, cuando en realidad son 630. Y esos números son los que marcarán la licitación, lo que la ciudad contratará para mejorar lo que hay…

Si nos damos un paseo por la ciudad, ahora que el buen tiempo anima a ello, no es difícil notar cómo están de sucias las calles, las plazas, los jardines, los parterres, los parques… Es verdad que, durante los meses de cuarentena, todo quedó paralizado y, en una interpretación un tanto extraña de la situación de excepcionalidad, nuestro Ayuntamiento recortó precisamente la prestación del servicio de limpieza.

Ha pasado un año, deberíamos estar otra vez en la normalidad, incluso se podrían haber aprovechado los meses con los parques infantiles cerrados para ponerlos a punto, se podría haber usado ese tiempo para mejorar las instalaciones de riego de jardines, para adecentar y adecuar papeleras y contenedores, se podría haber hecho algo. Pero no: recortar los servicios prestados, venderlo como un ahorro y, encima, usar esos falsos datos para basar los cálculos del futuro.

Ahora que soy mayor, me acuerdo mucho de mi abuela. Pero, a diferencia de ella, que vivió en tiempos más duros, sé que los servicios públicos no son ni un capricho ni un privilegio. Y hasta lo dice el eslogan de la propia Inagra: "Granada limpia, luce más". Pues eso.

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