Un pan con unas tortas

Hay una sentencia, sí, pero lo cierto es que Sebastián está más fuerte que nunca. Y los jueces aún no han terminado de hablar

La verdad es que, desde que Sebastián Pérez Ortiz accedió por vez primera a la presidencia provincial del Partido Popular, éste se transformó en una verdadera máquina de ganar elecciones. Logró lo que nadie antes había conseguido: encajar, adaptar, establecer meticulosamente la maquinaria electoral del PP granadino como si se tratase de un reloj suizo, ajustado de tal manera que el PSOE, principal y tradicional adversario de los conservadores, ha sido incapaz de superarlo hasta este momento.

Sí, es verdad, hubo una excepción: cuando se le impuso un candidato a la alcaldía de Granada, que él no deseaba. Nada personal: lo consideraba amortizado tras cerca de treinta años de servicios al PP en el Congreso de los Diputados, en el Senado, en el Parlamento de Andalucía, en la Delegación de Gobierno de la comunidad autónoma y doce años más a las espaldas rigiendo los destinos del municipio de la capital nazarí. Era mucha tela…

Pero le impusieron a Pepe Torres y -pese a las advertencias- se lo tuvo que tragar con patatas. Y pasó lo que Sebastián había vaticinado, que sí, que se volvió a ganar, pero sólo para ser el grupo mayoritario: insuficiente.

La habilidad de Sebastián, convenciendo al novísimo grupo de Ciudadanos, permitió al Partido Popular acceder de nuevo a la alcaldía. Efímeramente, como se sabe. Hubo de esmerarse en la capacidad diplomática y negociadora el hoy presidente provincial del PP, para convencer al que se ha dicho que es su amigo Salvador -cuando sólo es su conocido- para que Pepe Torres fuese, de nuevo, alcalde de Granada.

En política, los triunfos generan envidia, incluso entre aquellos que resultan beneficiados. Y Sebastián pasó a estar en el punto de mira de sus verdaderos enemigos, que no son los de los bancos de enfrente, esos sólo son adversarios. Las puñaladas que más duelen son las del mismo acero. De ahí en adelante Pérez Ortiz pasó a ser el verdadero causante hasta de las pruebas nucleares de Corea del Norte. Y hacia él dirigieron todos los cañones, como aquellos de Navarone.

El adversario en el congreso -que era colegiado- perdió, estrepitosamente, pese a la importante financiación obtenida, en dinero y en moral de los enemigos. Acudieron éstos al juzgado. Y hay una sentencia, sí, pero lo cierto es que Sebastián está más fuerte que nunca. Y los jueces aún no han terminado de hablar, quedan otras instancias. Y un apoyo brutal, inmenso, tremendo de la militancia y los órganos de dirección. Parece que alguien ha hecho un pan con unas tortas. Y quizá, ni siquiera, sea García Montero. ¿O no?

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios