Rosa de los vientos

Pilar Bensusan

bensusan@ugr.es

¿Quién piensa en Granada

Se ha pensado poco en un territorio que necesita grandes proyectos para viajar definitivamente al siglo XXI

La sensación de orfandad política en Granada se acrecienta más cuando vemos cómo los "padres" de otras ciudades, provincias o regiones se dejan la piel para conseguir beneficios de todo tipo para su tierra.

Evidentemente entre esos potenciales padres no está el exacerbado Blas Infante, supuesto padre de la falsa patria andaluza, que atribuye a los andaluces orígenes asiáticos, panislamistas o panafricanos, e invoca a los Kimris, Manco-Capac y el rey Chapeo en un batiburrillo antropológico para intentar convencernos de una identidad andaluza inventada. Personaje que no sólo no hizo nada por la región granadina, sino tampoco por Sevilla y satélites cercanos.

Pero ¿cuáles son los verdaderos políticos padres de Granada que piensan en nuestra tierra? La respuesta es nadie. En Granada no existe un Francisco de la Torre -19 años como alcalde- o un Abel Caballero -12 años como alcalde-. Salvo honrosas excepciones, sólo existen dirigentes preocupados principalmente por sus puestos y para quienes la defensa de los intereses de Granada es tangencial si colisiona con los propios o con las órdenes de las direcciones nacionales o autonómicas de sus partidos.

Esta circunstancia no es exclusiva de unos partidos, es una constante en quienes nos han gobernado, sean del signo político que sean. A los hechos me remito. Granada ha alcanzado muy pocas o nulas cotas de relevancia económica, política, cultural, etc. y de visibilidad en los últimos 40 años y no sólo debe achacarse nuestra postergación al régimen andaluz, sino también a los regidores locales que en nuestra casa han barrido para fuera por intereses personalistas o partidistas, siempre antepuestos a pensar en Granada.

Debilidad, pusilanimidad, egoísmo, egocentrismo…, el caso es que se ha pensado poco en un territorio que necesita grandes proyectos para viajar definitivamente al siglo XXI.

Para cambiar nuestro rumbo, instalado en un ocaso llorado pero permitido, necesitamos pensar en Granada y articular soluciones distintas para nuestra ciudad y tierra, relegada durante estos 40 años en Andalucía, de pensar en un autogobierno independiente de ésta, en el respeto a España y la CE, como solución al equivocado experimento autonómico-pucherazo andaluz.

Es nuestra obligación cambiar su destino, distinto durante 6 siglos del de Andalucía, que gozó de gran esplendor y prestigio cultural, económico, administrativo, judicial, militar e institucional. Es hora de pensar en una nueva Granada, protagonista de su propia Historia.

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