Ojo de pez

Pablo Bujalance

pbujalance@malagahoy.es

Sed rebeldes

No le faltan motivos a Moreno Bonilla para pedir rebeldía; otra cosa es lo que tradicionalmente ha demandado su partido

Pide Moreno Bonilla rebeldía a los votantes andaluces para romper con cuarenta años de Gobierno socialista. Y lo hace, además, ya que justo era hora de misa, en tono mesiánico: "Sed rebeldes". No habría estado mal, de hecho, un remate directamente evangélico: "Y astutos como serpientes, y sencillos como palomas". Pero lo de la rebeldía, uf, eso sí que es complicado. Vuelvo a Albert Camus, que definía al hombre rebelde como "el hombre que dice no". Pero no un no cualquiera, caprichoso, efímero, de temporada; sino un no radical, un no pronunciado por el hombre histórico contra todas las tentaciones de reducción de su dimensión humana a la de mero comparsa, afiliado, contribuyente, socio, miembro, partidario, comulgante con las condiciones y modas de su tiempo. No le faltan motivos a Moreno Bonilla para pedir rebeldía a los andaluces, pero es inevitable pensar en todas y cada una de las ocasiones en las que, en estos cuarenta años, su partido ha reclamado a los andaluces a nivel nacional justo lo contrario: un papel de palmeros, de fieles, de parroquianos acríticos. Por no hablar de las otras tantas veces en las que los portavoces populares no han tenido reparos en denigrar a los ciudadanos para criticar determinadas políticas del Gobierno andaluz. La papeleta de nuestro hombre es, sí, de trago amargo.

Lo más curioso es, sin embargo, que un porcentaje nada desdeñable de los seguidores del PSOE en Andalucía votan, todavía, y clientelismos aparte, en virtud de un propósito de rebeldía. Desde cierta óptica, la pervivencia de un Gobierno socialista en la comunidad desde la Transición es un no bien grande a una tradición política española, la de la derecha hoy reconvertida en liberalismo friendly, que puso en su momento todos los obstáculos a la definición de Andalucía como sujeto autónomo y que hoy sigue incapaz de despojarse de un ridículo tono paternalista a la hora de dirigirse a los andaluces. Cuando Susana Díaz pone en duda que la derecha haya terminado de asumir que Andalucía es una comunidad autónoma en igualdad de condiciones y de aspiraciones, no sólo mete el dedo en la llaga sino que se lleva el gallifante de calle. Luego, puede liarse a prometer hospitales con absoluta desfachatez, pero muchos la seguirán votando a sabiendas de que no cumplirá nada de esto porque prefieren ser engañados por los de siempre. Y al final, los de siempre terminan siendo más de casa que el vecino.

Es fácil interpretar la rebeldía como mansedumbre cuando no se da en la dirección deseada. Lo difícil es proponer razones propias para el cambio. Pero de eso se trata.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios