Los nuevos tiempos

César De Requesens

crequesens@gmail.com

Del solsticio al vacío

La tontería, la desmemoria o el sin sentido no se persiguen de oficio, esa es la pena

Ser progre se está poniendo la mar de dificultoso. Además de la habitual casposería de siempre ahora también hay que aprenderse palabras como ‘solsticio’, felicitar ‘las fiestas’ o ubicar perfectamente durante el año, calculando las lunas en el calendario, el Ramadán o el Año Nuevo chino, además claro de no celebrar ostensiblemente fiesta alguna del calendario católico al uso.

Navidad, Semana Santa o el Corpus han pasado para muchos rebelditos de salón a ser simples solsticios, meros cambios de estación o de número en el almanaque en el que buscar los días para poder irse de viaje. La nueva fe sin fe de moda la encabeza este año la felicitación navideña de la misma Generalitat catalana a sus funcionarios, marcando el camino en esto y en todo al socialismo hegemónico que no amnistía ni los bautizos.

Así y siendo consecuente, si quieres ser tenido por un buen ciudadano del régimen imperante, tienes que vivir sin estar casado, no bautizar por supuesto a tus hijos, tener algún amigo o familiar gay y ser apóstata de algún credo que te impusieran. Además, tienes que coger el pack completo so pena de ser marginado.

Es la nueva estricta observancia. Si te sales de ella más que la condena moral y a poco que seas coherente te juegas acabar en el trullo. Te quieren hacer libre pero a la fuerza.

Otras formas de libertad quedan sin tutela. Entre muchas, la de educar a tus hijos en español si vives en Cataluña; la de no aceptar la desvirtuación del concepto de familia; o la de promover la obviedad de que las raíces de la cultura de aquí, la europea-occidental, son cristianas y deben ser amparadas como un tesoro como haría cualquier civilización con autoestima.

La tontería, la desmemoria o el sin sentido no se persiguen de oficio, esa es la pena. Y la fuerza de los símbolos se debilita sin que haya alternativa. De resultas dejas a las masas en manos de la constante invitación al ocio inane y al consumo sin contenido, un mero dejar de trabajar para ir de fiesta sin mucha gana de celebrar cosa alguna.

Flaco favor nos hacen. Porque la potencia inmensa del mensaje de que lo pobre y humilde de un niño recién nacido cambia cada año el mundo sigue siendo un mensaje increíble para la razón, pero totalmente comprensible para el corazón de los que aún buscamos símbolos sencillos a pesar de todo, de todos y de nosotros mismos.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios