Bloguero de arrabal

Pablo Alcázar

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La venganza de los dioses

Los dioses, que se pasan una eternidad sin aparecer por la Tierra, de pronto se lían a 'sostrazos' con los humanos

Los caminos de los dioses son retorcidos. Nunca están por el mejor arreglo. Se pueden pasar una eternidad sin aparecer por aquí, convencidos, como el padre de Superman, de que lo mejor es no inmiscuirse en la historia de los hombres y, de pronto, algún acontecimiento o alguna barbaridad, cometida por los humanos, los despierta y comienzan a sostrazos, indiscriminadamente. Si Dios no estaba de acuerdo con tanta procesión, tanto cofrade, tanto costalero, tanto titular, tanto bordado en oro, tanto enmascarado, tanto adorador de idolillos de factura, a veces, infame y descuidada, pues que lo hubiera dicho. Que hubiera exigido a los obispos la excomunión de los idólatras, responsables del jolgorio que se monta su en su nombre. O que se hubiera personado y hubiese mandado parar la diversión; que a nadie le gusta que la gente disfrute con el dolor de su hijo. Ni en el melodrama más mediocre dejan de sufrir los padres cuando les torturan a un hijo. ¿Pero tenía Dios que boicotear las procesiones? Si los dioses, alarmados por el crecimiento insostenible de la población mundial (que el follar es la droga de los pobres), han considerado que era necesario pararlo, ¿por qué no dejar caer sobre las poblaciones más prolíficas el maná de millones de condones de calidad, con geles sabrosos y alimenticios de uso agradable y nutritivo? ¿Es que hacía falta que un virus erizado de trompetillas, que así es como lo descubre el microscopio, hiciera sonar al unísono todas ellas, en un estruendo horrísono, convocando a los humanos al Juicio Final, para dentro de cuatro meses, como máximo? De "Dios es amor", nada de nada. Si Dios no es futbolero, ¿qué trabajo le costaba reprender a los jugadores que apuntan al cielo con sus dedos, y le dan gracias cuando meten un gol, como si Dios fuera socio de honor del club goleador y los jugadores del equipo goleado fuesen herejes o ateos? Cualquier cosa menos mandar un virus vengativo a cerrar todos los campos de fútbol. Con esta intervención tan brutal en la historia de los hombres, vamos a tener que convocar un concilio para discutir otra vez por qué Dios permite el mal en el mundo. Un tema precioso. Casi tan bonito como el del libre albedrío. Y tendríamos a los obispos más pendientes de la teología que de la sexología. Que no es lo suyo.

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