Explosión de una pirotecnia en Guadix

La ciudad que se acostumbró al azar de la pólvora

  • Guadix revive la misma pesadilla que la golpeó en noviembre de 2018

  • El herido regalaba a La Peza los cohetes del chupinazo de sus encierros

Cartel de la fábrica pirotécnica María Angustias, próxima a la que ayer estalló en Guadix

Cartel de la fábrica pirotécnica María Angustias, próxima a la que ayer estalló en Guadix / Álex Cámara

Guadix guarda el silencio de una tragedia que se ha hecho rutina. Miradas que decían "otra vez", gestos que no se hacen extraños, demasiado frescos en el recuerdo. No hace ni un año que una tarde-noche de noviembre se hizo el infierno en las cárcavas de la Barriada de Andalucía.

De nuevo un polvorín en el Camino de Lugros había estallado, aunque con menor intensidad que la de hace casi un año. "Ha sido mucho menos, aunque yo estaba en el campo y la he escuchado", relata como quien hace el recuento de una caja registradora, un vecino que lleva 40 años viviendo a apenas un kilómetro en línea recta de la pirotecnia Francisco López Franco.

Un cartel oxidado de la pirotecnia María Angustias, que explosionó el año pasado, presidía el lugar donde la Guardia Civil había establecido el perímetro de seguridad

Tanto el polvorín de esta empresa como de la pirotecnia María Angustias, que explotó el año pasado dejando tres víctimas mortales en su haber, distan apenas cien metros. Justo delante del punto donde la Guardia Civil había demarcado el perímetro de seguridad se asomaban las vallas de la María Angustias. Un cartel devastado por el óxido de aquella empresa atestiguaba el macabro final de unos parajes ya asociados a la muerte.

Personal de psicología de Cruz Roja, agentes de Protección Civil, Guardia Civil y Policía Local rodeaban a un grupo de tres trabajadores en estado de shock por lo sucedido. Un señor bien vestido, camisa rosa, y repeinado que miraba constantemente un móvil les denegó la palabra para hablar de lo sucedido.

La esposa de uno de ellos tampoco había podido hablar con su marido, apenas distante cinco metros. Aún así, le profirió un "no sabemos nada" para evitar que dijera cosas a los periodistas. Otro de los trabajadores de la pirotecnia expresaba una falsa tranquilidad mientras hablaba con agentes y el que seguramente fuera el abogado de la Francisco López Franco. El primero le señalaba el trozo del paragolpes de un coche que estaba tirado en la cuneta. "¿No será eso nuestro, no?", le preguntaba alarmado. "No, los coches están bien", le respondía.

Un todoterreno de Bomberos abandona el lugar de la explosión Un todoterreno de Bomberos abandona el lugar de la explosión

Un todoterreno de Bomberos abandona el lugar de la explosión / Álex Cámara

Otro chaval, joven, burgalés, permanecía con la mirada perdida. Cogía el cigarrillo haciendo un círculo con el pulgar y el índice, aún con las manos manchadas de tizne negro. Era la efigie de un hombre golpeado por la vida donde más duele. Se fue a su casa a paso ligero, queriendo huir de un recuerdo ya imborrable.

El primer trabajador fallecido, Eusebio Fernández, apenas tenía 49 años, estaba casado y deja huérfanos a dos hijos. "Llevaba mes y pico en la empresa", comenta un familiar en el Hospital de Alta Resolución de Guadix en el momento en que los psicólogos de Cruz Roja llegaban para atender a la familia una vez habían terminado su trabajo con los empleados que estaban presentes en el momento de la deflagración.

Hacía pocos minutos que habían abandonado el centro sanitario el alcalde de Guadix, Jesús Lorente, y la subdelegada del Gobierno en Granada, Inmaculada López Calahorro. "Antes estaba en 'los pollos' de Purullena. Es una tragedia para la familia", añadía este familiar, también vecino de Diezma, como la víctima.

La pirotecnia Francisco López Franco se encarga del castillo del final de las fiestas y de elaborar los cohetes que dan el chupinazo a los encierros de La Peza

De vocación le venía la profesión al herido trasladado a Sevilla. En redes sociales presumía tiempo atrás de haber "conseguido su sueño" de tener el carnet de pirotécnico, cuenta la alcaldesa de La Peza Celia Santiago a esta redacción. Su pueblo, de cerca de 1.200 habitantes, está consternado.

La familia de José Antonio Contreras Vilchez es muy conocida y participativa. Como en cualquier pueblo, tenían su mote, los 'cagarrillas'. "Hablé con él hace pocos días", relata la alcaldesa, "y me dijo que no me preocupara, que ya tenía preparados los cohetes que nos regala para el chupinazo de los encierros de los toros de este año". Y es que la pirotecnia Francisco López Franco tenía como uno de sus clientes más sentimentales la población peceña, cuyas fiestas culminan con un castillo pirotécnico de esta empresa.

En el centro de Guadix parecía que nadie quería hablar del tema. Las conversaciones en la Plaza de las Palomas versaban de cualquier asunto menos del de la explosión. Pero no porque no se supiera, si no porque se evitaba. "Está muy reciente la del año pasado. Parece que nos hemos acostumbrado", dice una vecina que abandonaba la casa consistorial accitana mientras los ujieres ponían las banderas a media asta, cuando aún no habían dado las tres y media de la tarde.

Un helicóptero de emergencia sanitaria, en la pirotecnia accidentada Un helicóptero de emergencia sanitaria, en la pirotecnia accidentada

Un helicóptero de emergencia sanitaria, en la pirotecnia accidentada / Álex Cámara

"Ha sido menos intensa que el año pasado y se nota", cuenta un adolescente que también salía del Ayuntamiento de Guadix, que entiende que "no ha habido tanto susto" como entonces. También unos agentes de la Guardia Civil que custodiaban el camino de acceso a la pirotecnia recuerdan que la intensidad de la deflagración no era la misma. Y que "si hubieran estado todos los trabajadores en el momento en el que ha explotado sería mucho peor".

Los TEDAX acababan de comer en el Hotel Carmen de Guadix y subían de nuevo hacia el polvorín. Lo hicieron acompañados de una unidad de la Guardia Civil, una ambulancia y una excavadora. Los trabajos en la zona para conocer las causas de lo ocurrido siguieron hasta la noche. "Esto no es para una hora o dos. Es para toda la noche", advertía a un conductor un Policía Local de Guadix, algo alterado porque el señor mayor que conducía el Xsara parecía más un mirón que alguien que fuera de verdad hacia Lugros. Había poco que ver.

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