Aniversario

El orgullo centenario de la cofradía decana

  • La hermandad del Santo Vía Crucis cumple la centena revitalizada tras décadas de avatares y dificultades

  • La salida de hoy está llena de referencias

Vivir un siglo es todo un logro incluso para una institución en una ciudad donde la edad de tres cifras es casi una rara avis en cuanto a colectivos se refiere. Tan solo la hermandad patronal de las Angustias, la votiva del Santo Cristo de San Agustín y la archicofradía del Rosario pueden demostrar fehacientemente que tienen más de diez décadas de historia. Como asegura el pregonero de la Semana Santa de este año y también en cofrade de esta hermandad, Luis Recuerda, "es un verdadero orgullo porque no todos los años ni todas las hermandades pueden llegar a esta celebración". Fue el 6 de abril 1917 cuando se tiene constancia de la primera estación de penitencia de la cofradía albaicinera, siempre imbricada en el barrio pese a los duros avatares que afrontaría.

"Ha sido una historia de grandes travesías en el desierto y penalidades", rememora el pregonero cuando repasa la "pérdida de prácticamente la totalidad de imágenes y enseres en el incendio del Salvador de 1936". O cuando empezó el caminar itinerante "por sus ubicaciones y templos de salida" como fueron el propio Salvador, la Catedral o definitiva y felizmente en la actualidad la iglesia de San Juan de los Reyes. "Ha sufrido y penado bastante pero ha sabido reinventarse y renacer una y mil veces", refiere Recuerda de la cofradía decana de la ciudad.

Como detalle histórico, este año se procesiona la cruz de guía originaria de la corporación

En ello coincide la también cofrade de cuna y que fuera única hermana mayor, Carmen Valenzuela. Un apellido que desde su fundador, Santiago Valenzuela, se perpetúa de generación en generación siendo un ejemplo de tradición cofrade familiar. "Es la supervivencia, el resurgir, lo que ha aportado la hermandad a la Semana Santa de Granada", presume esta hermana que comparte con Recuerda la idea de que la cofradía "unida y pequeña ha llegado a tener cien años" aun teniendo que "pasar por muchas vicisitudes". El secreto de esta hazaña a través del tiempo: "se ha encontrado a sí misma", explica Luis Recuerda.

Memoria de la infancia

Él, como muchos cofrades de esta corporación tan familiar, tiene en la memoria un buen puñado de recuerdos de lo que es sentirse cofrade de la mano de un padre o vestir la misma túnica que sus antepasados. "Mi primer recuerdo cofrade es estar a los pies del Señor de la Amargura en la capilla de santa Lucía de la Catedral antes de subirlo al paso", dice el pregonero oficial de este año. Aquella imagen le "sobrecogió" y recuerda su primera estación de penitencia "de la mano de mi padre de nazareno con tres años recién cumplidos". Aquel 1953, Luis no era consciente todavía de estar entre las escasas generaciones de cofrades de la ciudad y, este Martes Santo, en honor de ese legado heredado de los Recuerda vestirá la túnica de su bisabuelo.

Los hermanos antiguos que conservamos la túnica de 1928 tendremos el honor de ir cerca del paso de Cristo -como manigueteros- revestidos con "esa estética de un Vía Crucis olvidado". Se trata de la singular túnica de terciopelo bordada con capa blanca y capillo de seda carmesí junto a las características sandalias de los hermanos de la corporación.

Un bello conjunto que no pudo usar Carmen Valenzuela en su infancia y juventud por el hecho de ser mujer. "Siempre me quedaba llorando porque no me dejaban salir en la procesión de pequeña", refiere la veterana cofrade, a la que le "hubiera gustado tener la foto de salir con mi padre". "Hasta recuerdo pedir a mi madre que me cortara el pelo como a mis hermanos y parecer como si fuera un niño", rememora. "Cuando seas mayor saldrás de mantilla", le decían, y así fue incluso en su etapa como hermana mayor en homenaje a esas palabras que marcaron su niñez cofrade. Aquellas lejanas vivencias de la familia Valenzuela -como preparar las túnicas de padre y hermanos- o las de los Recuerda entretelan hoy una corporación centenaria en la que se ha sabido siempre defender por encima de todo un valor: ser Hermandad.

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