Festival de Música y Danza de Granada 2022

Fraternal y apasionado abrazo

Fraternal y apasionado abrazo

Fraternal y apasionado abrazo / Festival

El Festival Internacional de Música y Danza tenía que centrarse, sin olvidar sus grandes e históricos ciclos, en el Centenario del Concurso de Cante Jondo que se celebró en junio de 1922, organizado por el Centro Artístico, e infinidad de personajes locales, nacionales e internacionales, engavillados por Manuel de Falla, Miguel Cerón, Jofré, García Lorca, Andrés Segovia que consiguieron que el Concurso tuviese una proyección internacional y fuese la recuperación de lo que llamaron ‘Cante primitivo andaluz’, buscando su autenticidad y de ella nacer con las connotaciones de patrimonio de la Humanidad que goza hoy.

El programa presentado ha superado el peligro que la efemérides colocara en un plano secundario pilares básicos en la historia del certamen, como es, entre otros, el sinfónico-coral, y nos permite calificarlo como un fraternal y apasionado abrazo entre las músicas populares y las llamadas clásicas, aunque todas ellas lleven el germen de la modernidad y la aportación novedosa, para todas las épocas. Y lo hace no sólo trazando dos festivales en uno, sino en muchos casos engavillados. Pero, sobre todo, a lo que le interesa al veterano crítico que, como recordaba el pasado año, ha asistido a sus más importantes ediciones, con una calidad incuestionable.

Aunque mencione en este análisis ese fraternal abrazo, empezaré mencionando los capítulos fundamentales en su historia. Este año se ha recuperado la presencia sinfónica, en número, calidad e interés de conjuntos, directores, solistas y programas. Que el 19 de junio la Orquesta Sinfónica y Coro RTVE, además del coro infantil de Elena Peinado, con la mezzosoprano Biebke Lehmkuhl, dirigidos por Pablo González, se enfrenten la Sinfonía núm 3, en re menor, de Mahler, es el primer aviso de abordar repertorios, no por conocidos en el Festival, fundamentales. La joven Orquesta Filarmónica de Galicia, dará paso, ya en julio, a dos conciertos de la Orquesta Filarmónica de Monte Carlo, bajo la dirección de Kuzuki Yamada, el primero, con programas entre los que se incluyen obras como Les nuit d’eté y la Sinfonía Fantástica, de Berlioz, con la soprano Veronique Gens y, el segundo, bajo la batuta de Charles Dutoit y el piano de Martha Avgerich, el Concierto, para piano o orquesta en sol mayor, de Ravel y la Sinfonía núm. 4 en fa menor, de Chaikovsky.

También siempre es un reto que atrae a todos los públicos, al que se enfrentará la Orquesta y Coro Nacionales, el monumental y, al mismo tiempo interiorista, por su humanidad, el Réquiem alemán, de Brahms, en el 125 aniversario de su muerte. Que cierre el Festival una orquesta de la solvencia de la London Symphony, que tantos momentos inolvidables ha dejado en la historia del certamen, rubrica esa atención siempre reclamada hacia uno de los pilares fundamentales del Festival. Bajo la dirección de John Elliot Gardiner, ofrecerá dos conciertos finales, el 9 de julio dedicado a Beethoven, con la Obertura Leonora II, el Concierto núm. 2 para piano y orquesta y la Cuarta Sinfonua. Y la clausura, con la Sinfonia en do menor (Pequeña Rusia), de Chaikovsky, para acabar con el cálido en su intimidad Concerto para piano y orquesta en mi bemol mayor, de Mozart. Al piano, en los dos conciertos, la tantas veces admirada en el Palacio de Carlos V María Joäo Pires.

Hablando de orquestas y lazos fraternales, hay que señalar la inauguración que el 16 de junio hace del espíritu del certamen, la Orquesta Ciudad de Granada, bajo la dirección de Josep Pons y el piano de Juan Pérez Floristan, con el recuerdo a Debussy y Falla en el Preludio a la Siesta de un Fauno o al Ravel que era eje del París que vivió Falla, antes de la I guerra europea, con su magistral Concierto para piano para la mano izquierda y orquesta. La OCG, días más tarde, con la Joven Academia de la orquesta granadina, bajo la dirección musical y artística de Lucas Macías y los solistas Tebea Zimmermann (viola) y Jean-Ghihen Queyras (violonchelo), ofrecerá uno de esos programas eclécticos que definen el Festival, con obras como la versión que hizo Guerrero para orquesta de El Albaicín, de la suite Iberia de Albéniz. el estreno de Mauricio Sotelo Cantos antiguos del flamenco, para viola, chelo y orquesta, para finalizar con Don Quijote, de Richard Strauss.

No olvidaremos al conjunto Europa Galante de Fabio Condi, con su incursión en la ópera barroca.

Solistas

Y en este plano de acercamientos locales, nacionales e internacionales, tenemos a Juan Carlos Garbayo interpretando al Falla que en Granada escribió su homenaje Le tombeau de Cñaude Debussy (originalmente para guitarra); el Debussy de La puerta del vino –sobre la postal que le mandara Falla- o Lindaraja: obras de Paul Dukas, el estreno de Mauricio Sotelo Entra el alba en la Alhambra; el Mensaje a Claude Debussy, de Joaquín Nin Castellanos; L’espagnolade, de Ernesto Halffter o Trois chansons et danses espagnoles, de Carlos Suriñach.

Pero al capítulo de solistas es muy extenso y de calidad, con presencia rusa de pianistas de la calidad de Daniel Trifonov, con la monumental tercera sonata de Brahms, el mítico Grigory Sokolov y la joven revelación de 14 años Alexandra Dovgan, considerada un joven prodigio del piano, que espero ninguno de ellos pueda tener problemas de asistencia para deleitarnos con su arte, en especial Alexandra en un programa con la Sonata para piano en re menor (la tempestad), de Beethoven; el Carnaval de Viena, de Schumann o una selección de Baladas de Chopin. A estos pianistas se une el nacido en Belgrado Ivo Pogorelich.

La mezzosoprano Vivica Genaux interpretará ‘Capriccio: Temi y Variacioni’ y el barítono Andrê Schuen, deleitará con la leyenda amorosa medieval que transcribió Brahms. La viola residente Tabea Zimmerman, junto a Javier Perianes, enriquecerá al capítulo solista y de cámara, al que se suma el Cuarteto Casals y el Cuarteto Cosmos.

El tirón flamenco y su época

Cronológicamente el ciclo flamenco comienza los días 12 y 14 de junio, con voces de dos generaciones en la Plaza de los aljibes donde se sucederán cantes y guitarras, desde José de la Tomasa o Pepe Habichuela para continuar con José Utrera y el Trío Arbós, y entre otros, Marina Heredia, María Terremoto, Juan Cortes. Y, aparte de las mencionadas mixturas orquestales, con referencia a tiempos y estilos de contemporáneos de Falla, la danza tiene ese sello de hermandad con el Ballet Nacional español, de Rubén Olmo y sus coreografías españolas, entre las que se encuentran De lo flamenco, en homenaje al granadino Mario Maya. Mientras El Malandain Ballet Biarrtiz, ofrecerá obras renovadoras en su tiempo como La siesta de un fauno, de Debussy y los dos ballets claves de la contemporaneidad, el Pájaro de fuego y La Consagración de la Primavera, de Stravinski.

El diálogo con el Concurso vuelve con la Compañía de María Pagés, con De Sheherezade y la de Patriucia Guerrero con Deliranza.

El flamenco y sus connotaciones está en todo el programa, como ocurre con el FEX y de él se incluyen tres cursos en la Universidad, uno sobre ‘Los jondo en las músicas actuales: proyecciones desde el sur’ y clases magistrales de danza española, por Javier Olmo, director del Ballet Nacional, una de baile flamenco por Patricia Guerrero y otra de composición por Javier Sotelo sobre ‘La música actual y el flamenco’.

En resumen, un Festival de hermanamiento entre la conmemoración centenaria de un Concurso revelador del flamenco más puro, las músicas relacionadas con la época, europea o española, de la generación del 27, y los grandes repertorios sinfónico-corales, amén de solistas de primera línea. En fin, una interesante e inteligente conjunción la preparada por Antonio Moral que merecerá análisis más detallados.

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