PASADO CON PRESENTE INCLUIDO

Celia Correa, el salvavidas de la Cultura

  • Preside desde hace cinco años el Centro Artístico, Literario y Científico, institución que ha conseguido salvar

  • Escritora de novelas y relatos cortos, obtuvo el premio de la Caja de Ahorros de Córdoba por su obra 'Cuentos para una vida'

  • Está preparando 'La Historia Universal en unas cuantas líneas'

Celia Correa, durante el encuentro.

Celia Correa, durante el encuentro. / Andrés Cárdenas

Los años apenas le han afectado a su vitalidad. Siempre que la veo va de un sitio a otro como si desempeñara sin demora una encomienda cuyo cumplimiento le importa demasiado. Es una mujer dotada para contagiarle a los demás su beneplácito. De aspecto frágil, aunque nada que ver con su voluntad, es de las que piensan que la utilidad de los proyectos consiste en no hablarlos sino en realizarlos.

Cuando nos encontramos para la entrevista viste una camisa floreada con dibujos de color fucsia, que hacen juego con sus pantalones y el carmín de sus labios. El collar de nácar y los pendientes de ese mismo material, le aportan la suficiente dosis de prestancia para pasar por una mujer elegante, además de interesante. Y lo es. Intrépida comisionada de la Cultura, ha logrado que el Centro Artístico, tan antiguo y tan nuestro, no solo sea un lugar donde van los jubilados a tomar café y jugar al dominó. Ahora hay hasta trescientas actividades culturales por año, lo que le hace ser un lugar al que acudir en caso de estar en déficit con nuestras inquietudes por el saber.

Ella es el arquetipo de mujer y escritora honesta, equitativa, trabajadora e independiente que dedica sus esfuerzos nunca con la pretensión de destacar en algo, sino ateniéndose a su natural altruismo. Cuando habla lo hace con pasión, y más si es de su querido Centro Artístico. Y lo hace dándole vida a las manos y a la mirada, que se ilumina sobremanera cuando en su mente aparece la idea exacta que quiere transmitir.

Apasionada por las letras desde casi niña, le acompaña el pensamiento el que ha sido la escritura la que ha ido siempre a su rescate cuando ha naufragado por la vida. Lleva cinco años al frente del Centro Artístico, Literario y Científico y ya sabe más de él que cualquier otra persona que haya pasado por él.

Escritora desde siempre, ha publicado poesía, dos novelas y un par de libros de cuentos cortos. Le gusta la pintura, la Historia (de la que es una fanática), la jardinería y la fotografía y en el colectivo de los delirantes patafísicos ostenta el rango Sátrapa Trascendente y Auditora Máxima de Quimeras, Cactus y Causas Perdidas. Casi ná. "Me encantan los cactus, sus flores son de un día y sus espinas más dolorosas que las de la rosa. No me preguntes por qué me gustan, date un pinchazo y luego lo discutimos". Se llama Celia Correa Góngora.

Nació en San Lázaro

El encuentro es, cómo no, en su querido Centro Artístico, donde halla el lugar a donde llegar en caso de perderse en el trayecto de su vida. La voz de Celia es directa y agolpada por los sentimientos y su sonrisa, casi perenne cuando está con amigos, una sonrisa que sabe graduar según el momento y la persona. Conmigo se siente cómoda hablando y su rostro es capaz de iluminarse cuando me hace confesiones que sabe que me van a interesar. Empieza hablándome de que nació en 1952 en el barrio San Lázaro, en un patio con catorce vecinos que compartían pozo, retrete y pila para lavar.

Con sus hermanas y el Rey Mago de Plaza Bib-Rambla. Con sus hermanas y el Rey Mago de Plaza Bib-Rambla.

Con sus hermanas y el Rey Mago de Plaza Bib-Rambla. / A. C.

–Éramos cuatro hermanos. En el barrio de San Lázaro estuvimos hasta que yo cumplí siete años o así. No recuerdo mucho de aquella época, sí que en la comunidad había 14 vecinos y que todos se llevaban muy bien. También me acuerdo de que detrás existía un solar grande donde había una barca, que nadie sabía cómo había llegado hasta allí, y que jugábamos mucho en ella. Hasta que un día desapareció, tampoco sin saber por qué. Después nos fuimos a vivir a la colonia de San Francisco. ¿Sabes de lo que me acuerdo? Que venir desde el centro de Granada era una aventura. El autobús número nueve nos dejaba en la Caleta y desde allí teníamos que coger una diligencia como las del Oeste americano, que tenía unas pocas plazas. Aquel cochero estuvo dando el servicio hasta que ampliaron el recorrido de los autobuses urbanos.

Celia bucea en el mar de las reminiscencias y encuentra que quizás su vena ficcionaria le venga de su abuelo materno, Juan Góngora, que, como su tocayo de apellido, fue un gran contador de historias. En una entrevista que le hizo Antonio Arenas con motivo de la presentación de su libro Mar de tinta, justificaba así su afección por las letras: «Mi abuelo materno, Juan Góngora, era un magnífico contador de relatos. Era ferroviario y se jubiló muy pronto por unos dolores de espalda. Como en aquellos tiempos las cosas estaban muy mal y no se podía vivir con la pensión, mi abuela, que era muy emprendedora, montó una humilde pensión que llegó a ser la más concurrida de Granada porque por las noches mi abuelo reunía a los huéspedes alrededor de un brasero y les contaba relatos. Así que algún 'hilillo' de sangre de don Luis de Góngora tenemos que llevar».

Tenía Celia siete u ocho años cuando escribió su primer poema. A esa edad comienza a estudiar en la Compañía de María y luego Magisterio en la Normal. Tiene la carrera de maestra, pero nunca la ejerció. Dice que siempre le ha gustado escribir y recuerda que un amigo de su padre le regaló un libro de cuentos en su primera comunión. Y que a los catorce años ganó un concurso de redacción que le animó a soñar con ser escritora. Se casa muy joven, a los 20 años, y se marcha a Valencia. A su marido le ofrecen un trabajo en una fábrica de televisores y ella se queda en casa criando a los dos hijos que ha tenido.

–En Valencia estuvimos nueve años. Allí nos recibieron muy bien le tengo mucho cariño a aquella tierra, pero añorábamos mucho Granada. Mi marido encontró un trabajo aquí en Sevillana y yo aprobé en 1984 unas oposiciones para trabajar como administrativa en el Ayuntamiento de Granada. Así que nos vinimos.

Cuentos para una vida

Hasta entonces Celia no había tenido la oportunidad de demostrar su valía como escritora. Los trabajos en casa y la atención a sus dos hijos pequeños le habían requisado esa oportunidad. Hasta que en 1980, y sacando tiempo de donde no lo había, decide escribir su primera novela, Cuentos para una vida, que fue premiada por la Caja de Ahorros de Córdoba.

–Hay una anécdota con este premio. Me lo dieron en 1982 y coincidió en el tiempo con la rotura de la presa de Tous. Durante unos días Valencia quedó incomunicada por teléfono, por lo que no me enteré de que me lo habían dado porque los organizadores del mismo no habían podido ponerse en contacto conmigo. El libro está ambientado en La Alpujarra, donde mi abuelo tenía un cortijo y en donde yo pasé algunos veranos de mi infancia y de mi adolescencia. Me acuerdo de jugar mucho en las acequias y de estar a punto de ahogarme en una. Jugábamos también a las matanzas: los cerdos eran las hojas de las chumberas, jajajaja.

En Granada trabaja en las oficinas municipales de la Huerta del Rasillo, en la sección de Tráfico. La escritura ya forma parte de la rutina de su vida. Escribe su segunda novela, El don del aire, ambientada en el barrio de San Lázaro, que ella tan bien conoce. Pero el destino a veces toma el camino menos previsible y en el año 1996 sufre un accidente, a partir del cual ya no será la misma.

Durante la presentación de su libro ‘Mil años después’. Durante la presentación de su libro ‘Mil años después’.

Durante la presentación de su libro ‘Mil años después’.

–Me caí y me estalló lo que llaman la lumbar 1. Se rompió en fragmentos. Me tuvieron que hacer injertos y poner una prótesis. Casi dos años más tarde me dieron la invalidez absoluta y estuve a punto de ir en silla de ruedas. Me vine abajo. Pensaba que tenía un trabajo bonito y que estaba haciendo lo que me gustaba y de pronto todo se va a pique. La vida a veces te pone pruebas muy duras y no tienes más remedio que aceptarlas. La rehabilitación fue muy dura. Los dolores eran muy fuertes y las limitaciones muchas. Pero a base de coraje, empeño y echarle ovarios, lo pude superar. Las inquietudes literarias se adormilaron y un día vi que había un curso de narrativa que daba Andrés Neuman. Me apunté y empecé a escribir de nuevo, pero esta vez relatos cortos. ¿Sabes quién estaba conmigo en el curso? Cristina Morales, la que ha conseguido el premio Nacional de Narrativa. Era casi una niña. La llamábamos 'Cristinita'.

A raíz de ese curso, Celia no parará de escribir. Está en más de 30 antologías de relatos y tiene dos libros en este género: Mil años después y Mares de tinta. A Celia le gusta jugar con los términos lingüísticos y me cuenta que ahora está preparando una Historia Universal en unas cuantas líneas porque defiende la idea de que con unas pocas palabras se pueden decir muchas cosas. "En los cuentos de Celia Correa no falta ni sobra nada, todo está calibrado con la exactitud de un reloj suizo. Eso no significa que se trate de un lenguaje trascendente y empachoso, sino cercano y directo que deja al lector plenamente satisfecho, con sus toques de lirismo, de humor, de realidad y una desbordada capacidad de sugerencia", ha dicho el crítico Alberto Granados sobre su narrativa corta.

Salvemos el centro artístico

Celia comienza a asistir a tertulias literarias en las que se hablan de libros. Como la que tienen Miguel Arnas, el añorado Gregorio Morales, Fernando de Villena, Paco Gil Craviotto, Ángel Olgoso y Enrique Morón, entre otros. Su amistad con Gregorio Morales le lleva a organizar durante cuatro años ciclos de conferencias en el Centro Artístico. Es nombrada vocal de Cultura en la vetusta institución. Hasta que le proponen que sea la presidenta.

Actual junta directiva del Centro Artístico. Actual junta directiva del Centro Artístico.

Actual junta directiva del Centro Artístico. / G. H.

–En el 2014 se da en el Centro Artístico una importante crisis. Sólo había unos setenta socios y estaba prácticamente muerto. Yo no tenía en mi cabeza presidirlo, pero entonces urge esa campaña 'Salvemos el Centro Artístico' y algunos amigos dijeron que yo podría ser la persona que liderara dicha campaña. Yo soy una persona a la que es muy fácil ilusionar y me ilusioné con la idea de reflotar el Centro. Fuimos un grupo de personas lo que lo conseguimos. Ahora hay casi 300 socios y son casi 300 las actividades culturales que llevamos a cabo. Este centro ha sido un referente de la cultura granadina durante muchos años. Ha formado parte de él como socios Fernando de los Ríos, el ingeniero Santa Cruz, Gallego Burín, García Lorca y todos los componentes de la tertulia del Rinconcillo. Aquí han venido a dar conferencias Camilo José Cela, Ortega y Gasset, Dámaso Alonso, etcétera. Si esto se hubiera perdido, es para haber corrido a gorrazos a todos los granadinos.

Me cuenta Celia que la primera cabalgata de Reyes que se organizó en el mundo lo hizo el Centro Artístico de Granada y que en los años sesenta se hacían subastas para recoger juguetes para niños desfavorecidos.

–Hay una fotografía por ahí en la que se ve a García Lorca tirando de un camello en la cabalgata de Reyes. La historia de esta entidad es impresionante. Casi nadie sabe que en los años 1952, 1953 y 1954 el Centro Artístico asumió la dirección de los Festivales de Música y Danza. Ahora lo que estamos pretendiendo es que el granadino sienta de nuevo orgullo por esta institución. Y en eso estamos.

E su nombramiento como miembro Honorario de la Academia Norteamérica de Literatura Moderna. E su nombramiento como miembro Honorario de la Academia Norteamérica de Literatura Moderna.

E su nombramiento como miembro Honorario de la Academia Norteamérica de Literatura Moderna.

Me dice que ha conseguido que, por fin, después de tres años de espera, el Ayuntamiento de Granada ha dedicado una plaza al Centro Artístico, que está entre la calle Sarabia, Cuesta de San Antonio y Calle Ganivet, donde la institución tenía su sede social en 1912 y desde donde partió la primera cabalgata de Reyes. En ese lugar fue donde Andrés Segovia dio su primer concierto con 14 años. También me cuenta que hace poco tuvo el gran honor de ser nombrada Miembro Honorario por el Capítulo del Reino de España, de la Academia Norteamericana de Literatura Moderna Internacional con sede en New Jersey.

Cuando coge carrerilla en el discurso a Celia es difícil pararla. Tiene muchas cosas en el caletre que quiere transmitirme. Si hubiera un curriculum en el que se destacaran los sentimientos y no los méritos mundanos, yo diría que es de ese tipo de personas que les gusta estar sola, aunque rodeada de gente, y que le encanta el ruido de la soledad. Y que a la hora de caminar prefiere hacerlo en todas las direcciones posibles.

Defensora de las causas perdidas, es las que le coge una bandera y tira para adelantes sin echar la mirada para atrás. De las personas que hacen lo posible por no conoce más adversidades que la estrictamente necesarias y que huyen del sabor ceniza de los días. En fin, esta es Celia Correa.

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