Granada

484 años desde el primer intento de trasvase de agua desde Granada

  • Las sequías son un fenómeno "recurrente" que ha dejado huella en crónicas históricas

Canales, hace unos días.

Canales, hace unos días. / Jesús Jiménez / PS

No hace falta tener una memoria portentosa para recordar las últimas sequías que ha sufrido Granada. Entre los años 2004 y 2007 la escasez de precipitaciones obligó ha hacer uso de los pozos de la Ronda Sur.De forma “extraordinaria” se bombeó agua a razón de 500 litros por segundo de las balsas subterráneas en un episodio que, en el Plan Especial de Sequía de 2018, se califica con un “impacto global medio, aunque para los granadinos supusiera una tasa especial por sequía. Pese al coste económico que se vio en la factura del agua, los efectos sobre la vida cotidiana de aquel episodio fueron más llevaderos que la sequía de los 90, cuando la falta total de lluvias obligó a cortar el suministro doméstico durante las noches. Entre 1991 y 1995 Granada, como el resto de Andalucía, aprendió aquello de que es mejor ducharse en lugar de bañarse. Pero aquello no sólo tuvo un efecto sobre el día a día doméstico. La Administración determinó que era necesario contar con planes especiales, que determinaran cómo actuar en casos similares.

El actual Plan Especial (PES), aprobado en 2018, recoge estos dos episodios de sequía y otros más. “La primera sequía de la que se tiene conocimiento data aproximadamente del año 1059 aC”, detalla el documento, que reconoce que esta información es “cualitativa, poco relevante a efectos de gestión, pero que puede resultar útil a efectos de análisis de series largas”.

En 1414 un episodio de falta de lluvias provocó hambrunas en Andalucía. Queda constancia en las referencias bibliográficas. A través de estas fuentes, de las crónicas y de las rogativas, se determina que se registraron episodios similares en Andalucía en 1525 –sequía que terminó en 1531– o en 1537. Ésta se prolongó hasta 1544. Precisamente en 1537 “se trató por primera vez de trasvasar los ríos Castril y Guardal (Guadiana Menor) por medio de un canal, que, recogiéndolos por sus cabeceras, los cambiase de vertiente, para hacerlos correr por la región de Lorca”. De Granada se quiso llevar el agua a Murcia.

En 1539 se achaca a la sequía una mayor mortalidad, la cosecha de 1542 se malogró por la falta de precipitaciones y en 1546 se reseña que hubo una plaga de langosta “sobre todo en Andalucía”, detalla el Plan en el capítulo dedicado a las sequías históricas. La sequía –o quizá las consecuencias de ésta– en Granada registrada en 1567 fue un “motivo” que explicó el levantamiento de los moriscos. La falta de lluvias duró diez años. En esta compilación también se señala que entre 1867 y 1876 –nueve largos años– se registró a sequía “más importante del siglo XIX”.

Ya el siglo XX se sucedieron otros episodios similares en Andalucía y a partir de los años 40 se comienza a reseñar cuánto dejó de llover. Entre 1943 y 1944 el déficit medio anual de lluvias fue de 158 litros por metro cuadrado. Entre 1948 y 1949, de 159 litros por metro cuadrado al año. El Plan Especial detalla que “son destacables por su duración y crudeza las sequías de los años 1971-1975 y 1979-1982, de cinco y cuatro años de duración respectivamente”. “Las sequías constituyen una componente normal y recurrente del clima en España”, reconoce el texto.

De los episodios más recientes es reseñable la sequía de 1991, cuando las reservas estaban al 9,5% en las cuencas afectadas, entre ellas la del Guadalquivir. “Durante esos años fueron especialmente severas las restricciones en el suministro de sistemas de abastecimiento urbano”. Se cortó el agua y se realizaron obras de conexión entre cuentas, además de “localizar y explotar” recursos subterráneos. Se prohibió regar jardines y baldear calles, aumentaron los costes de explotación y bajaron los ingresos. El 90% de la superficie de la comunidad con vegetación sufrió estrés hídrico.

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