LaLiga 1|2|3

El vendaval lleva a la segunda plaza (4-2)

  • Los rojiblancos golean a un pobre Córdoba y terminarán la jornada, salvo goleadas de Deportivo y Alcorcón, en zona de ascenso directo a Primera

Los jugadores del Granada celebran uno de los tantos frente al Córdoba.

Los jugadores del Granada celebran uno de los tantos frente al Córdoba. / Álex Cámara

Hay dinámicas positivas que hay que aprovechar y en una de ellas está inmerso el Granada CF en este arranque de temporada. Un equipo que está volviendo a ilusionar a una ciudad ávida de alegrías tras dos años sumida en la depresión deportiva. Ayer, con fases de fútbol realmente brillantes, los de Diego Martínez dieron buena cuenta de un Córdoba muy pobre, excesivamente blando en defensa y que, o mejora mucho, o la próxima temporada jugará en Segunda División B.

Fue un encuentro que pudo quedar sentenciado en la primera mitad gracias a un fútbol de toque, con constantes llegadas, ocasiones para haber marcado como mínimo cinco goles pero que no se cerró. Y eso, en esta categoría, es sinónimo de peligro porque difícilmente dos partes iguales se repiten en la Liga 1|2|3. Se dejó vivo al rival, que si llega a tener más calidad podría haber puesto en más de un apuro a los locales. Y aunque el tanto de la tranquilidad llegó en el 93’, la sensación no era de poder empatar.

Lo cierto es que en la primera mitad la grada de Los Cármenes disfrutó como hacía tiempo que no ocurría. La presión alta ordenada desde el banquillo en la salida del balón de los cordobeses facilitó mucho el trabajo. A los de Sandoval les costaba una barbaridad enlazar tres pases seguidos, perdiendo el cuero en zonas muy peligrosas, lo que provocó un acoso constante ante la portería de Carlos Abad, que encajó cuatro goles pero que pudieron ser perfectamente ocho.

Con un San Emeterio sublime en el eje, Montoro ejerciendo su maestría y moviendo al equipo de un lado a otro, el gran momento de Antonio Puertas, Vico y Vadillo fue suficiente para generar una ocasión tras otra en el primer acto. Los buenos arranques de los rojiblancos en esta temporada comienzan a ser ya costumbre y adelantarse en el minuto siete facilitó muchas las cosas. Fue Vico, pitado por la afición de su ciudad natal, el que abrió el marcador tras un buen centro de Víctor Díaz. Y así dio inicio el vendaval ofensivo de los locales.

Las facilidades atrás del Córdoba, unido a la movilidad de los cuatro hombres más decisivos que tiene Diego a día de hoy, bastaron para que en una primera media hora espectacular se pisara con asiduidad el área de un Carlos Abad que no dio abasto. Vico hacía lo que quería entre líneas pero fue Adrián Ramos, con una gran jugada personal, el que comenzó a dejar encarrilado el choque tras una arrancada de pura sangre que terminó cediendo atrás para que Vadillo hiciera el segundo (20’).

Pero ahí no quedó la cosa. Dos disparos al palo seis minutos después en una doble acción, un mano a mano de Vadillo o una chilena de Martínez que se marchó alta, por poner algunos ejemplos, reflejaron la superioridad de un Granada que fue ovacionado por una grada entregada.

El paso por vestuarios calmó a las fieras rojiblancas. Con 2-0, se contuvo más en ataque ante un rival al que no le quedaba otra que tratar de volcarse para meterse en el partido. La presión local ya no era tan alta, dejando jugar a los visitantes que en una acción aislada con un penalti muy discutible de Víctor Díaz a Jovanovic recortaron distancias. Pero la alegría en la casa del pobre, y este caso está más que justificado, duró muy poco pues Montoro hizo el 3-1 desde la frontal y con la zurda, anotando así su segundo tanto de manera consecutiva. Antes, Quezada pudo destrozar el tobillo de Vadillo pero Pizarro Gómez, que ya le perdonó la expulsión Piovaccari, únicamente le sacó amarilla.

La ola volvió a instalarse en Los Cármenes pero el choque ya no era tan divertido. Diego Martínez pidió cabeza a sus jugadores nada más marcar. Y a fe que lo hicieron. Se pertrecharon atrás con un Germán descomunal en el juego aéreo y la ‘pegatina’ San Emeterio, apagando todos los fuegos ya sea en su zona de influencia o cayendo a banda usando a la perfección su cuerpo. El trabajo de hombres como Adrián Ramos en la presión, ovacionado de nuevo pese a no marcar, y la pausa que dio Montoro y posteriormente Nico Aguirre, bastaba para mantener la renta, pero el choque había cambiado. Ya sí era un partido de Segunda, con llegadas más esparcidas en el tiempo.

No había sensación de dejar escapar la victoria pero el tanto de Bambock llevó las dudas a la grada. Quedaban cinco minutos para el final y el Córdoba fue con todo dentro de sus limitaciones. No se pasaron apuros y en una contra magistralmente ejecutada por Puertas y Montoro, Rodri a puerta vacía anotó su primer tanto de la temporada para cerrar un encuentro que deja a los rojiblancos en puestos de ascenso directo a falta de los partidos de Oviedo y Nàstic. Una anécdota a estas alturas del curso pero que sin duda ilusiona a una afición cada vez más numerosa en Los Cármenes que vio ayer un vendaval rojiblanco.

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