Luis Zahera, actor

Luis Zahera: "No podemos ser todos protagonistas: yo soy un matón de reparto que vive de esto"

Luis Zahera llega este fin de semana al Palacio de Congresos de Granada con su espectáculo 'Chungo'.

Luis Zahera llega este fin de semana al Palacio de Congresos de Granada con su espectáculo 'Chungo'. / Archivo (Granada)

Luis Zahera está de moda. El actor gallego lo sabe y está dispuesto a aprovechar el momento, porque no siempre fue así. La fama le llegó pasados los cincuenta, edad suficiente para disfrutarla sin astracanadas. Sus inicios en el mundo de la interpretación no fueron fáciles. Su infancia en su galicia natal no fue difícil pero quiere dejar bien claro que desde su nacimiento "siempre tuvo algo especial, algo chungo". Y ese adjetivo precisamente da nombre a la obra con la que este fin de semana llega al Palacio de Congresos de Granada, un monólogo lleno del humor que caracteriza todas sus entrevistas pero muy alejado de los duros personajes que interpreta en pantalla. 

-¿Por qué se define como chungo?

-Cuando empezaba en esta profesión imaginaba que iba a hacer de galán y terminé vendiendo toda la cocaína del mundo y matando a toda la gente. Con esta premisa ridícula empecé a buscar cosas de niño que me indicaban que yo tenía algo chungo: cosas que me sucedían en el colegio, que me decía mi madre o me sucedían con mis hermanas. En realidad yo siempre tuve indicios de que iba a desembocar en papeles terribles, como así fue. 

-Sorprende que con su vis cómica se haya hecho famoso por sus roles intensos, violentos y dramáticos. ¿Eso es una suerte como intérprete?

-Se dice eso de que en España se encasilla mucho a los actores. Es cierto que parece haber más variedad en el cine norteamericano o el inglés, en los que se concibe más que uno pueda hacer de malo, de bueno o comedia. Hasta Tom Cruise hizo de terrible en Collateral. Aquí no, yo estoy más encasillado en las maldades. Pero también se dice que en España lo malo no es que te encasillen sino no trabajar. Por eso estoy contento de poder seguir ahí a mis 57 años en medio de la revolución de las plataformas, surfeando la ola. Ahora estoy rodando la serie Entrevías en la que interpreto a un malo que no es tan malo. 

-Esa forma de surfear la ola le ha convertido en un secundario de lujo, uno de esos actores de reparto que roban la escena. Tanto como para convertirlo en una estrella del cine español.

-Hombre, lo de estrella ya me parece mucho elogio, pero agradezco la afirmación. Soy un secundario feliz de serlo y lo seré toda mi vida. No podemos ser todos protagonistas: yo soy un matón de reparto que vive de esto. Hay que conocer el sitio de cada uno. Amo mi profesión, que te permite ser el niño que eras cuando jugabas en el patio de tus recuerdos, pero es extraña. Como la de pintor. ¿Por qué uno vende y otro no? ¿Por qué Van Gogh no vendió cuadros, sólo uno parece que a su hermano? A mí me sonrió la vida en esto, el público decide y últimamente estoy de moda. Lo aprovecho para disfrutar mucho con mi monólogo y mis pequeños personajes. 

-Tanto es así que su último Goya de lo dos que posee por reparto, el de As bestas, podría ser el de protagonista perfectamente, sin desmerecer al resto de los intérpretes. 

-Es curioso, para mí la pareja protagonista es el matrimonio francés. Tanto es así que cuando nos reunimos para leer el guión de la película en mi opinión la protagonista era ella. Ahí me di cuenta que ninguno estábamos de acuerdo con nada porque la pareja francesa decía que los personajes principales éramos los hermanos Anta. Sinceramente, creo que eran ellos y especialmente ella. Y yo feliz como una perdiz porque desde pequeño me gustaban los secundarios. 

-¿Cómo fue esa infancia en Galicia y aquellos inicios como actor de los que habla en el monólogo?

-Voy a hablar de Los ángeles de Charlie, de cuando mi madre me tiraba la zapatilla, de mi padre que tenía un humor negro muy difícil de clasificar. También de cuando rodaba Sin tetas no hay paraíso y mi personaje se llamaba El Pertur, por lo que yo estaba convencido de que era vasco y me ocurrió una cosa muy divertida. En realidad hablo de vivencias, situaciones en las que hice el ridículo. El monólogo gallego bebe de la tradición del contacontos o contacontos, de contar historias. Es más una narrativa oral que esos monólogos de profesionales que hacen un chiste cada 20 segundos, aunque envidio a esos monologuistas. 

-Aún así no le ha ido mal. Desde 2012 en los escenarios españoles. ¿Cómo ha evolucionado la obra?

-Es un monólogo cómico autobiográfico con un humor blanco de anécdotas. Es cierto que ha ido evolucionando: antes hablaba mucho de mi etapa en la televisión de Galicia pero últimamente cuento más cosas de mi mamá porque me lo pidieron mis hermanas. Espero que la gente disfrute y que se ría durante una hora y cuarto, que de eso es de lo que se trata. O al menos esa es mi esperanza.

-¿Le costó mucho lanzarse a escribir o al ser autobiográfico salió del tirón?

-Este monólogo surgió por un programa que estaba rodando en la televisión gallega: el hijo único del productor ejecutivo tuvo la malísima suerte de que un día le dolía la barriga, ingresó en el hospital y ya nunca volvió a salir por un cáncer fulminante. Entonces, hace como 25 años, empezamos a colaborar con una asociación y ahí nació, para recaudar fondos contra esta enfermedad. Luego poco a poco fue creciendo: de una tontería te acuerdas de otra y se van sumando. Así pasó de los 45 minutos a la hora y cuarto. También tiene vinculación con las historias que mi mamá nos contaba en Navidades a sus cinco hijos. Un año tras otro lo mismo y nos moríamos de risa. Todos podríamos hacer el monólogo que hago y porque todos tuvimos una infancia en la que le tiramos una piedra a alguien, todos hicimos el ridículo en el colegio, y luego lo volvimos hacer. Es Luis Zahera ridiculizando a Luis Zahera porque la risa es terapéutica, porque nosotros estamos para entretener. Pero realmente, nunca lo llegué a escribir. 

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