La chauna

José Torrente

torrente.j@gmail.com

2+2

Sebastián Pérez ha elegido cambiar militancia por veganza y esquivar la puerta grande de su salida

Lo más triste es el menosprecio que con su actitud, Sebastián Pérez hace del trabajo de sus compañeros ediles, a quienes ha abandonado, insolidaria y egoístamente, a la suerte de su gestión, en pleno mandato con una pandemia mediante, diciéndoles: ahí os quedáis que a mi me pica el ombligo del orgullo herido. Y le importó tres tejas verdes y una canal rota, dejar el marrón a quienes él llevó a tal presbiterio. Parece olvidar que son los mismos que él, y solo él, escogió para acompañarlo en la candidatura electoral con las siglas del PP en la cabecera de la papeleta.

Defrauda ver lo poco que le importa la gestión de sus elegidos para la lista, esos compañeros que escogió para llevar la gloria de la Gran Granada. Los que intentan sacar adelante unos presupuestos municipales con una brutal caída de ingresos amenazando su equilibrio. Quienes luchan denodadamente cada día por la gestión de los servicios públicos de la ciudad atacando la pandemia con la severidad y responsabilidad debidas. Frustra ver cómo se habla menos de esa honrosa gestión que del 2+2, su letanía, la única obsesión de su sillón.

Es constante su desprecio tácito y explícito al equipo de concejales que gobiernan, al partido que le dio todo lo que posee y a la nueva y rejuvenecida ruta a la que se ha encomendado el flamante equipo que lo rige en Granada. El balcón del 2+2 es el mástil asido a su egoísta bandera; las veladas amenazas si no es alcalde él es el himno que acompaña su voluntaria dejación de funciones. Especular con el poder de su decisivo voto para justificar sus largas jornadas al sol del lunes, del martes, del miércoles… es a lo que dedica su único tiempo, el que tiene libre.

Sebastián Pérez ha elegido cambiar militancia por venganza y esquivar la puerta grande de su salida gambeteando por el callejón del miedo, enfundado en la manta de chorrojumo, afilando hasta mayo la navaja de cachas azules en el asentador de cuero que cuelga de su silla. Prefiere ronronear por los lereles del pringuerío político en vez de marcarse una de fina elegancia que rime con la buena conciencia de sus servicios previos. Darle a su historia con el partido que él siempre dijo amar, un trato de correspondencia similar al que él recibió y siempre exigió a los demás. Devolverle a sus compañeros ediles el respeto que les birla a diario y ponerse a trabajar solidariamente con ellos en lo que ahora Granada más necesita: unidad política y esfuerzo anti pandemia. La Gran Granada espera.

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