Los nuevos tiempos

César De Requesens

crequesens@gmail.com

Confinamiento suave

El bichito es más impredecible e improvisa más que Sánchez, que ya es difícil

El fantasma del confinamiento, con lo que tiene de asfixia y de angustia vital ante la cercanía de la muerte vuelve con su cargamento de incertidumbre. El recuerdo de aquellos meses de presidio te espolea a rebelarte íntimamente contra lo que sea. Pero no nos queda más que aceptar que sí, que delegaron en el ciudadano la responsabilidad última de mantener a raya el maldito virus hasta que la imagen descerebrada de los niñatos de pataleta feriante en Ganivet demostró que seguimos en aquel "no se os puede dejar solos" tan gris en la memoria.

El regreso al confinamiento, aún a este rebajado, no deja de ser un fracaso colectivo. En Asia lo van venciendo mientras que aquí vuelve con fuerzas redobladas. Qué mal rollo.

De aquel susto inicial se está pasando a la furia. Arruinados o en vías de estarlo del todo en la hostelería, el turismo, los taxis o la venta ambulante poco le queda al desesperado por lanzarse a las calles. Cuando el personal no tiene otra salida se lía a palos, véase si no lo sucedido en Roma o Nápoles. Somos del sur y el encierro se lo dejamos a los del norte que son más ricos y, claro, más aburridos.

De excesiva tachan unos y otras la nueva duración de la alarma. Más suave pero eterna puede no ser más llevadera. Una cárcel es una cárcel aunque sea en casa.

Da miedo ya hasta hacer vaticinios. El bichito es más impredecible e improvisa más que Sánchez, que ya es difícil. Y ahora nos pilla con los pocos ahorros agotados, cansados y con el virus ya también casi en el alma, hartos todos de expertos inexistentes, de que no den una y de gestores que no gestionan. Sean del gobierno o de la Junta, tanto monta como se ha visto, que ya solo los ciegos por la ideología hacen distingos. Qué pesados.

Ya solo nos queda por delante esta libertad vigilada para poder ir si acaso a cerrar el negocio o a la cola del paro a ver si ingresan de una maldita vez aunque sea algo.

Decían que la pandemia venía para cambiarnos. Por ahora solo nos está entristeciendo, frustrando, enfrentando y cabreando. Lo siguiente puede ser la inacción abúlica del esclavo sin opciones y quién sabe si a un despertar que aún se ve para largo. Quizás aún tenemos que recorrer todo el tramo que lleva hasta tocar fondo. Y entonces ya nadie podrá pararnos. Paciencia, tesón, meditación y a ver qué pasa.

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