Consentimiento desinformado

Algo falla en el sistema cuando cada día erosionamos un poco más la confianza y seguridad que debe ostentar el ciudadano

Lógico. Vivimos en un país, como enseña Herrera a mis hijos por las mañanas camino del cole, donde no cabe un tonto más. Tontos, además, con el debido respeto y en estrictos términos de defensa como ciudadano, con categoría de Ministros, Consejeros y altos cargos por lo que a sus emolumentos toca, (esto último ya no se presume, con salarios de asesores dedicados al cuidado de niños). Viene a cuento por la decisión, después de gastar una fortuna en estudios y ensayos clínicos cuya finalidad supuesta era ayudar a discernir al ciudadano, de comunicar finalmente a éste aquello de "apáñeselas como pueda; eso sí, firme Vd., antes un documento que me exima de cualquier responsabilidad". A ese documento, lo llaman consentimiento informado.

¿Informado de qué? La Ministra Darias cedió en su cabezonería, pero como Pilatos se lava las manos: si Vd. quiere una segunda dosis de AstraZeneca, firme el papel… a las pocas horas, lógico y evidente, diversos presidentes de las comunidades autónomas, dijeron lo que esperábamos: quien decida administrarse una segunda de Pfizer, también deberá firmar un consentimiento. Y aquí, el ciudadano: si te decantas por una, malo; si no, también. Esta es la política a la que nos han acostumbrado: pelota fuera, y el método científico y la confianza en la ciencia y en las instituciones de quienes sufrimos su administración, destrozada. Por ignorancia e ineptitud.

Partidarios de Pfizer: argumentan un estudio del Instituto Carlos III realizado sobre un campo poblacional de seiscientas personas donde, apenas a 400 se les administró una segunda de Pfizer. A los otros, nada. Conclusión del estudio (no cabe otra): mejor recibir Pfizer que no recibir nada. Del resto de cuestiones, nada: si de su combinación aparecerán o no efectos graves, o qué combinación sería mejor y más efectiva... Partidarios de segunda dosis de AstraZeneca: el respaldo de la Agencia Europea del Medicamento, los estudios de validación de la vacuna (el campo poblacional de experimentación no es ni mínimamente comparable), o el estudio Com-Cov añadido por la Universidad de Oxford, que anticipa una mayor reactogenicidad sistémica a la combinación de vacunas diferentes.

Me reconozco absolutamente profano. Sólo escribo de lo que leo y me otorga cierta garantía. Estaré equivocado. En lo que no lo estaré tanto, es en el contenido y alcance jurídico que propondrá ese consentimiento informado que un ciudadano absolutamente desconocedor se verá obligado a firmar, para que los políticos no asuman riesgos de decisiones políticas escasamente justificadas a través de la ciencia. Si el consentimiento informado es un acto por el que se produce la aceptación no condicionada de un acto diagnóstico o terapeútico una vez el informado conoce expresamente el contenido, alcance, efectos y riesgos de su realización clínica, reconozco mi curiosidad en los próximos días para valorar ese documento, pues el estudio Combivacs en ningún momento valora conclusiones válidas en un documento que debe informar las consecuencias de su administración, y los riesgos que deba asumir el vacunado.

En cualquier caso, algo falla en el sistema cuando cada día erosionamos un poco más la confianza y seguridad que debe ostentar el ciudadano en su administración pública y en la fundamentación y prevalencia de sus decisiones, Como decía, así se escribe últimamente en este país.

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