Cuarenta y un años después

Nos convertimos en un estado que integramos un modelo de competencias que ya quisieran muchos estados federales

Qusiera que un seis de diciembre de hace cuarenta y un años a algunos españoles se les ocurrió escribir la página más brillante de nuestra historia. Quisiera que unas Cortes creyeron que era momento de hacer un Estado modelo de convivencia y respeto. Quisiera que en aquel entonces, todos (o casi), creyeron y apostaron por un modelo que hasta hoy regula nuestro futuro.

Quisiera que con motivo de su nacimiento, los españoles aún dormitábamos entre lo que queríamos abandonar y nuestra apuesta como nación. Quizá por ello era la Constitución de la disposición final, de la derogatoria, la que rompía con el pasado y normalizaba nuestro progreso. Derogó la Ley de principios del movimiento nacional, el Fuero de los Españoles, el del trabajo, la Ley Orgánica de Estado… derogó una dictadura, desterró la imagen de un dictador a través de una modélica y ejemplificadora transición. Y fuimos, y somos, hasta ahora, modelo a imitar. Y abrazamos a Europa.

Quisiera que ese ejemplo de encuentro y concordia entre dos Españas nos condujo a creer en un Titulo preliminar y un título primero. Que creímos en la España social, en la España democrática, en la que vivía solo para el imperio de la ley. La España que respeta a su monarca, pero que impone un sistema de estado donde sólo tendría cabida la libertad, la justicia y el pluralismo. Nos adelantamos al tiempo. Volvimos a ser ejemplo en el desarrollo legal de nuestros derechos y libertades.

Quisiera que años después la atención de los españoles se centró en el desarrollo territorial, en el reconocimiento de las peculiaridades que históricamente justifican la aparición de las diferentes autonomías. Nos convertimos en un estado que, bajo la solidaridad y aun reconociendo dos velocidades, integramos un modelo de competencias que ya quisieran muchos estados federales. Siquiera que se nos olvidó aquello de la igualdad de los españoles en cualquier territorio, Siquiera que se nos olvidó la homogeneización de competencias entre los distintos territorios. Siquiera que se nos olvidó corregir los desequilibrios económicos. Quisiera que años más tarde y para el desarrollo económico de nuestra nación, descubrimos que la Constitución también pensó en ello: en el derecho al trabajo, en la vivienda digna, en las pensiones dignas, en la seguridad social digna, en la integración digna…

Quisiera sea que ahora la Constitución sólo abre por la página de garantías. En un país de flautistas, de encantadores de serpientes, en un país de artificios, cuando nos cansamos del cuento buscamos cualquier artilugio que nos resitúe en el epicentro de la historia. Ahora nos dio por negar nuestra transición, nuestro sistema territorial. Ahora nos dio incluso por negar nuestros derechos y libertades. Ahora nos dio por cuestionar el documento, su historia y someterlo al juego del pacto político amainando y eludiendo su indiscutible aplicación.

Quisiera sea que 41 años después, hay quien le importa más un acuerdo de gobierno que defender la voluntad y convicción de aquellos españoles que, llegando a 2020, nos convierten a Vd. y a mí en garantes del instrumento más valioso que la historia de nuestro país ha producido y producirá.

Feliz Seis de Diciembre. Cuarenta y un años después.

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