Dimito del verano

Los expertos dicen que desde ahora en adelante la cosa irá a peor. Ahora entiendo a mi vecina Feliciana

Me he dado cuenta de que me he hecho mayor por muchas cosas, pero sobre todo porque he empezado a odiar los veranos. En mi infancia el estío era la estación más esperada y me daba mucha pena que se acabara. Además, casi todo el disco duro de mi memoria infantil está llena de cosas agradables que han pasado en esa época del año: las risas familiares, los amores felices, los juegos en las plazas, el cine con olor a galán de noche, los vecinos sentados en la puerta de las casas hasta las dos o las tres de la madrugada, las idas y vecinas a la fábrica de hielo a coger los pedazos que se caían en los cortes de las barras, los baños en las albercas, la gaseosa compartida, las puertas abiertas de la casas desde las que se oían en la radio a Juanito Valderrama… Una vez oí a mi vecina Feliciana quejarse del verano: "¡Ay, Dios mío! ¿Cuándo se irá este maldito calor?", decía dándose abanicazos contra su voluminoso pecho. ¿Cómo puede Feliciana odiar esta época del año con lo feliz que soy yo en julio y agosto?, me preguntaba yo. Durante mucho tiempo fue mi estación preferida. Ya instalado en Granada, seguía siéndolo: es cuando tenía mis vacaciones laborales, cuando planeaba los viajes, cuando iba con mis niños pequeños a bañarme a las piscinas, cuando quedaba con los amigos en alguna terraza… Ahora que he entrado en la última etapa de mi vida, puedo decir abiertamente que odio el verano. Este de 2022 que dice de irse pero que no se va, ha sido, sin duda, el peor de mi vida: mi cuerpo ha soportado temperaturas hasta ahora nunca soportadas, he cogido el Covid, me han salido salpullidos por todo el cuerpo, me han picado miles de garrapatas y mosquitos, por las noches no he podido dormir a causa del calor, he estado la mitad del tiempo abotargado y sin ganas de hacer nada, no he podido salir a la calle por temor a morir achicharrado… Tanto es así que solo me apetecía releer novelas ambientadas en ambientes lluviosos o nevados, con temperaturas a veinte grados bajo cero: Zapatos italianos, Archipiélago Gulag, Las cenizas de Ángela… Los expertos dicen que desde ahora en adelante la cosa irá a peor, que los veranos serán cada vez más largos y calurosos debido al cambio climático. Si es así, dimito del verano. Joder, que ahora entiendo a mi vecina Feliciana.

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