Los nuevos tiempos

César De Requesens

crequesens@gmail.com

Escuela de sexo

La curiosidad adolescente no distingue bien entre ficción y realidad, pero ven escenas del todos a una o parafilias varias

Una mujer muy atractiva pasea despreocupada por el centro de una capital europea seguida por un equipo de cámara y sonido. Completamente desnuda, a paso lento y con actitud desenvuelta, es observada por los viandantes con cara de reproche o delectación mientras que sacan el móvil para inmortalizar el encuentro. En uno de los rincones idílicos del entorno monumental, un atlético actor comienza a realizarle tocamientos que acaban en relaciones sexuales completas y algún que otro virtuosismo más ejecutado con soltura, entrega fingida y maestría. Los transeúntes no paran de tomar vídeos.

La escena tuvo gran repercusión mediática. Todo transcurrió en pocos minutos con un simple permiso municipal de filmación en exteriores. Meses después, miles de usuarios de una web porno disfrutaban gratis de esta y otras imágenes similares de otro business más del siglo XXI.

El mercado del placer es así de creativo y amplía géneros y contenidos, pero repite estereotipos de la sociedad a la que alimenta. El juicio moral se ha suspendido de forma generalizada salvo en los extremos que tildan esta industria floreciente ora de perniciosa por mostrar mujeres sumisas-cosificadas ora por la trivialización mercantilista de una intimidad humana para muchos sagrada.

Las fantasías más descabelladas a solo un click, cada vez a más temprana edad y como escuela de sexualidad en muchos casos. La curiosidad adolescente no distingue bien entre ficción y realidad, pero ven escenas de sexo del todos a una o parafilias varias. Es fácil acceder a ellas, con la simple advertencia de que el usuario sea mayor de edad, al igual que, afirman, lo son los actores.

Estudios alarmados informan de la escasa formación sexual juvenil, consumidora masiva de porno. La mujer se ha sumado en masa a este target. La falta de repertorio amatorio merma puntos para el sexo ocasional al uso.

La falta de discreción de juicio sobre el asunto favorece el crecimiento de un mercado que devora ya hasta a la hija de Spielberg. Ella lo vive como conquista de libertades mientras que el padre se declara avergonzado.

La asepsia valorativa nos deja inermes ante las pantallas mientras que el sistema hace caja y adormila conciencias de una masa necesitada de evasiones que alaliviela insoportable obligación despertar cada inevitable mañana.

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