Perdiendo el norte

Granada, ciudad cofrade

La Semana Santa debe encontrar su sitio en la sociedad granadina. Debe reclamar más ese sitio. Debe ganarse más ese sitio

Dentro de 41 días será Domingo de Ramos. Pasado mañana es Miércoles de Ceniza. Esta misma noche se conocerán los Premios Nazareno, que cada año conceden Radio Granada y El Corte Inglés. Ya huele a incienso, como dijo el concejal de Turismo en la presentación de la Guía de Cuaresma que, por primera vez, editan el Ayuntamiento de Granada y la Federación de Cofradías. Todo está encarrilado.

La guía recoge los 320 actos que las hermandades celebrarán en Granada estos días. Son el claro ejemplo de lo que estas organizaciones suponen para la ciudad. Su objetivo es dar culto a sus titulares y practicar la caridad. Pero sus acciones tienen repercusiones. Y todas las que se me ocurren son buenas, más allá de puntuales molestias.

La mera existencia de las cofradías es ya una buena señal ciudadana. Si a ello se une su acción social, el fenómeno cofrade adquiere una gran dimensión y un valor a mimar y cuidar, independientemente de las creencias de cada uno. Si a ello se suma el impacto económico de su actividad, el peso de la Semana Santa en Granada es más que destacable. Solo mencionar que la celebración de Ramos a Resurrección se convierte en la principal semana de afluencia turística del año.

La Semana Santa debe encontrar su sitio en la sociedad granadina. Debe reclamar más ese sitio. Debe ganarse más ese sitio. Los cofrades no queremos privilegios, pero sí justicia. Los cofrades no queremos ser más que nadie, pero tampoco ser ninguneados (cuando no despreciados). Querido vecino, querido político: no te pido que compartas mi fe; quiero que me acompañes en mi acción social que tiene repercusiones en el ámbito que compartimos.

Granada es una ciudad cofrade, y las cofradías necesitan más mimo de su ciudad. Y necesitan más coordinación interna, y necesitan fijar su rumbo (algunas lo han perdido o están en ello, poniendo cortejos en la calle que cada día son más castellanos y mustios y cada día menos andaluces). Las cofradías necesitan más reconocimiento externo y, desde dentro, necesitan, a la vez, ser más hermandad. Necesitan respetar sus propias imágenes. Algunas, incluso, se permiten rectificar a los artistas que labraron las joyas de madera que tanto quieren. Y necesitan quererse más.

Granada se prepara para una nueva Semana Santa. La ciudad tiene ante sí una nueva oportunidad para estar a la altura y cuidar a sus hermandades. Los propios cofrades tenemos por delante una nueva Cuaresma para ser mejores dinamizadores sociales. Pero necesitamos más fe, más amor por lo que hacemos, más caridad con el hermano, más comprensión, más coordinación, más trabajo; y más valentía para liberarnos de nuestros propios complejos. Y, por supuesto, más alegría en la vida de hermandad... y en la calle.

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