Los nuevos tiempos

César De Requesens

crequesens@gmail.com

Héroes de hoy en día

Yo temblaría de estar en la primera línea de exposición a la enfermedad, mal equipado y doblando turnos

Tengo la suerte de tener un amigo médico de familia que está en el frente de batalla de estas semanas. Me está admirando aún más su profesión, más aún de lo que siempre me ha impresionado esa gente -un poco loca para los tiempos narcisistas que vivíamos, todo hay que decirlo- que elige, de partida, dedicar su vida a aliviar el dolor, la enfermedad, el padecimiento de los demás. El ombliguismo se lo dejan en casa de partida para dedicarse a estudiar y estudiar y estudiar para luego, si hay suerte, conseguir una plaza de residente que a los pocos años caduca para tener que pasar nuevos exámenes y selecciones. Una carrera de fondo donde las haya.

No valorábamos lo que teníamos. Hace falta perderlo para darse cuenta de lo que valía. Nos pasa ahora con aquella costumbre gozosa de irse de tapas que parece ya solo un recuerdo de otra vida. Y fue hace una semana. Pues igual con el sistema de salud que tenemos. Sí, absolutamente y tremendamente criticable y mejorable, caótico y mastodóntico, burocratizado... Y todo lo que se nos ocurra para calificar este sistema andaluz de salud que disfrutábamos cada vez que nos poníamos malos y que ahora, puesto al límite, incluso funciona desbordado pero con unos profesionales que realmente no nos merecemos para lo que les hemos infravalorado como sociedad durante décadas.

A mi amigo médico, Manuel, le consulto de vez en cuándo cómo va la cosa y me cuenta del frente de batalla como si fuera un corresponsal de guerra, con toques épicos y gestos admirables de valor que él tiene asumidos y que van con el oficio. Yo, ciertamente, temblaría de tener que estar en la primera línea de exposición a la enfermedad, mal equipado, doblando turnos si se tercia, haciendo mascarillas o guantes con bolsas o con lo que sea. Y sin rechistar, algo sorprendente en esta sociedad quejica que teníamos en la que el derecho al lamento y la reclamación se había puesto ya por encima del espíritu de sumar y de apoyar causas comunes. La sociedad de los afectaditos.

Si algo nos va a salvar de esta son los servidores públicos, esos a los que cada tanto les rebajamos el sueldo o les ponemos a caldo y que, cuando todo se cae y nos quedamos inermes ante la desgracia, surgen como una tropa preparada y disciplinada que evita que todo se derrumbe y nos vayamos al garete.

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