El fondo del alma sonreirá un día al pasado y recordaremos lo que hoy nos aterra. El fondo del alma amanecerá vacío de miserias, como si este 2020 se hubiera enterrado en la nada. Y con el 2021 nacerá la paz perdida, desterraremos la miseria, apagaremos la mezquindad, recobraremos el sosiego y la cordura. Y estaremos. Seguro. Porque a pesar del daño involuntario, os hemos querido. Devolveremos lo que hoy, sin apenas daros cuenta, arrebatamos disfrazado de protección. Este 2020 llenamos de vacío vuestras vidas. Qué paradoja… ni tan siquiera tuvimos oportunidad para educaros en la sonrisa que debemos a cada día que amanece, de predicar lo mucho y bien que queda en nuestro mundo, de saber luchar por lo que deseas, de ser uno mismo, que no siempre hay que ir de la mano.

Nosotros, en 2021, procuraremos estar. Como siempre. Nos enseñaron para ello, lo entendimos como obligación paterna y materna. Estuvimos y trataremos de estar. Aunque solicitemos el derecho de vivir lo que nos reste con vuestro perdón por el 2020 que entregamos. El 2021 lo llenaremos de lo que queda de bueno en vuestros padres, con el provecho de un buen consejo, con migajas que construyan vuestro norte, vuestra historia tardía.

Mucho por rectificar a estas alturas. Cómo haceros entender que el 2020 os construyó planos y sin contenido, que os adjudicó el valor de fuera de servicio. Cómo recuperar parte de una vida que recoge y apunta respuestas cuando la llenáis de inquietudes propias y esperanzas compartidas con vuestros iguales. Cómo amanecer creyendo que el día tiene valor porque tú, sólo tú, lo llenas de lo que es tuyo y te pertenece, y que sólo por eso, aunque a veces llores y se apague tu alma, sólo por eso, merece la pena vivirlo, hace que merezca la pena vivirlo…

Mientras sueño que llegarán los momentos felices del 2021 y devolverán parte de lo arrebatado y escondido, este 2020 nos despertó llenando cada día sus historias de silencios, dando a cada paso por perdida la batalla de lo cotidiano. Doblegados por el cansancio, por la inoportunidad, por no saber qué ofrecer ni qué dejar cuando las olas de nuestro desvarío alcanzan la orilla en que os dejamos escondidos para que el año que se va no os causara daño alguno.

2021. Toca devolver a nuestros hijos a la orilla de lo cotidiano. Y recuperar nuestras obligaciones como padres, la del alma en vilo, la de la rabia contenida, la del corazón en un puño, la de educarlos dejándolos ir para siempre, la de la cuerda invisible, la de la referencia cuando más lo necesitan, la de enseñarles a vivir en la lucha para obtener lo que desean, la que les abona al esfuerzo, a la justa recompensa, al trabajo, a ser cada uno responsables de uno mismo… ser padres.

2021. Feliz año a vosotros: papás, abuelos, primos, titos, sobrinos, hijos, nietos… amigos. Vamos juntos a por él. La vacuna de vivir en paz nos espera.

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