Bloguero de arrabal

Pablo Alcázar

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Je suis africain

Francia ha ganado a Marruecos por 2-0 con una selección plagada de jugadores de raíces africanas

Durante el confinamiento incorporé a las músicas que me ayudaban a dar 5.000 pasos diarios en un espacio reducido, la canción que da nombre al álbum póstumo, Je suis africain (2019), del gran icono de la música magrebí Rachid Taha. En mi lista estaban también Le meteque de Moustaki, el Himno a la alegría de Beethoven y algún regetón para desentumecer el esqueleto. Nacido en Argelia, Taha vivió desde los 10 años en Alsacia. Nunca solicitó la nacionalidad francesa, en memoria de su tío muerto a manos del ejército francés en la guerra de Argelia. En Je suis africain ("Soy africano, soy un albino afro"), rinde homenaje a la africanidad, a la negritud, de forma musical y a través de un recitado en el que proclama la africanía de personajes del mundo de la política, de la filosofía y de la música, como Nelson Mandela, Jimi Hendrix, Bob Marley, Jacques Derrida, Patrice Lumumba, Aimé Césare, Angela Davis… y él mismo. Aunque olvida al filosofo, ensayista, novelista y periodista de origen argelino Albert Camus y, lo que es menos comprensible, a la Australopithecus afarensis, popularmente conocida como Lucy, el antepasado más famoso del ser humano, cuyo esqueleto fósil tiene una antigüedad de 3,5 a 3,2 millones de años, descubierto el 24 de noviembre de 1974, a 159 km de Adís Abeba, Etiopía. El nombre Lucy proviene de la canción Lucy in the Sky with Diamonds (¿iniciales de LSD?) de la banda The Beatles, que oían los investigadores en una radio, mientras celebraban el hallazgo. ¿Cómo es posible que Taha no se sintiera orgulloso de Lucy, la ancestral madre africana de la humanidad? Tampoco citó en su canción el nombre de ninguno de los 13 jugadores con raíces africanas de la selección francesa de fútbol que ganó el mundial de 2018. Anoche, Francia ganó a Marruecos por dos goles a cero. La selección francesa estaba formada en su mayoría por jugadores con raíces africanas, mientras que, paradójicamente, la mitad de la selección marroquí ha nacido en Europa. Nunca sabremos si Taha -fallecido en 2018-, ante la explosión de africanidad futbolística de este mundial de 2022, habría consentido en introducir el nombre de alguno de los jugadores en su lista de africanos notables. De hacerlo, imagino, sería el de un futbolista de la esforzada selección magrebí. Porque nunca amó demasiado a Francia.

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