Lecciones de dignidad

Mi padre decía -refiriéndose a quienes practican la política- que la ley de la gravedad los hará caer como fruta madura

Siempre pensé que no existiría mejor receta para conducir la vida que la prudencia, la discreción y la moderación. Cincuenta y cinco años después, ser ciudadano resulta tan frustrante como los aprendices de políticos que sufrimos quieran que sea. Y es que hasta en los hemiciclos de cualquier gobierno, haría falta una pizca de dignidad y un punto de autoexigencia, de ser consecuentes con lo que pensamos y lo que decimos.

Todos sabemos quién, apenas dos años después, desearía desaparecieran de las redes audaces posicionamientos y lapidarias expresiones. Era el tiempo del no es no, del presidente incapaz, del regidor sin habilidad para propiciar gobierno. En aquella guerra jugaban estratégico papel unos medios de comunicación que quitan y ponen rey. El momento de la falsa adulación, del 1,90, jugador de baloncesto, del modelo pasarela que recuperaría los escaños que la ideología perdió años atrás.

Rajoy frente a Pedro Sánchez. Ofertas, acercamientos, propuestas… "¿Cómo hacerle entender Sr. Rajoy que no es no?", "Vd. pasará a la historia por ser el primer candidato de nuestra reciente democracia incapaz de lograr apoyos suficientes que garanticen mínimamente la gobernabilidad de este país". Ahí quedó la carrera del primero. Un candidato consecuente, que reconoció su incapacidad, regresó a su trabajo y a su vida privada, que sonríe las noticias que en 2019 el tiempo le devuelve. Que dejó paso a quien, poses camaleónicas, hacía gala de impecable look y mejor habilidad para suscitar acuerdos ficticios y forzar adhesiones. Cerrar filas y apretar el culo. Socialistas de Asturias, de Extremadura, de Andalucía… debió tener de legítimo y responsable lo que este socialismo de nuevo cuño y los medios quieran otorgarle. La historia no miente y devolverá intacta la fotografía.

Nada ha cambiado ahora. Ni siquiera el anuncio de elecciones del BOE. La incapacidad, idéntica. La inhabilidad, milimétrica. Es verdad que Sánchez dice que ahora no, que no es lo mismo, que la culpa, en su caso, es de la oposición que le han hecho un no es no. La hemeroteca tiene eso de bueno y de malo. Los teletipos recuerdan su férrea intransigencia. Solo una circunstancia diferencia a tan históricos eventos: la dignidad y coherencia del candidato. El ciudadano echa en falta dejar paso, renunciar al escaño, que sea otro quien desde las filas socialistas se produzca con mayor acierto en la destreza y responsabilidad del buen estadista. Decía el Nobel Adolf Lorenz que "jamás se debería prometer el cielo o amenazar con el infierno a un hombre si no estás completamente seguro que hay un sitio para él". A Pedro Sánchez siempre le perseguirá el ejemplo de coherencia de Mariano Rajoy.

Mi padre siempre recomendó evitar repartir canonjías y rodearnos de meros aduladores: "Serán los primeros que a tu caída te habrán de maldecir", decía. Y ten por seguro -refiriéndose a quienes practican la política- que la ley de la gravedad los hará caer como fruta madura.

En cualquier caso, siempre debiera haber un lugar para un doctorado en entredicho. Digo yo…

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