Luces

En el Norte la pregunta sigue siendo a qué hora habrá luz para encender la lavadora al precio que sea

No, no y no. Esta semana no hablo sobre Luis Salvador, Paco Cuenca, Sebastián Pérez o ninguno de los que quieren ser alcalde de Granada. Ellos siguen a lo suyo: uno amenazando con gobernar sin equipo de gobierno, otro amagando con mociones de censura que no puede presentar, otro exigiendo candidatos que no puede imponer. Se merecen que los encierren juntos en uno de los círculos del infierno de Dante, acondicionado para la ocasión como uno de esos reservados de restaurante japonés donde se reúnen los señores de la mafia yakuza; allí se merecen acabar reunidos, ellos solitos, para que ellos solitos se aburran unos a otros con sus planes, sus cábalas y sus escenarios, y así para toda la eternidad. Las gentes de Granada, en cambio, no se merecen semejante castigo, y mis lectores y lectoras tampoco, así que salgamos del infierno y hablemos de otra cosa.

Hablemos, por ejemplo, de los cortes de luz en los barrios del Norte de Granada. Allí llevan años sufriendo el quedarse sin luz para estudiar por la noche, sin luz en los colegios y en los centros de salud, sin luz para los frigoríficos de las casas y de las tiendas; allí los vecinos y vecinas que pagan sus recibos sufren, además, el escarnio de aguantar que les culpen de la situación, y todo porque hay otros en los mismos barrios que, queriendo pagar, no pueden, y otros que se dedican a robar electricidad para cultivar marihuana, sin que las administraciones acierten a solucionar ni un problema ni el otro. Estos días el escarnio es mayor, porque el precio del kilovatio está muy alto y los ingresos de las eléctricas se han disparado. Tan alto está el precio que la gente de otros barrios se pregunta a qué hora se puede permitir el lujo de poner la lavadora. En el Norte la pregunta sigue siendo a qué hora habrá luz para encender la lavadora al precio que sea.

El problema es tan grave, y dura ya tanto tiempo, que el otro día Manuel Martín, Defensor de la Ciudadanía de Granada, escribió al presidente del Gobierno por segunda vez para pedir ayuda, y ha pedido amparo al Tribunal Constitucional. Lo siguiente será pedir amparo a la Unión Europea, a Santa Rita, a la mafia yakuza o al mismísimo diablo. Eso sí, con el alcalde y los alcaldables no cuenten, que están con sus cosas. Oscuro panorama cuando un vecindario pide luz y a sus gobernantes les faltan luces.

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