Manual de resistencia

Leyendo este manual encuentro a Pedro Sánchez a mitad de camino entre Dios y un mal citado Einstein

Levantó la vista en el abismo que le separaba del suelo. No dijo nada. Apenas se inmutó cuando ordenó cobrar vida. Todo se reducía a rememorar su corta existencia bajo palio, sus mejores reflexiones, sus ratos de corro en el hemiciclo, sus momentos de oración profunda. Y fue ahí cuando, evocando a San Juan de la Cruz, miró al frente y dijo: "Como decíamos ayer...". Y tomó su primera decisión: "Manual de Resistencia". Su segunda, evidente, fue ordenar a Fray Luis guardar profundo silencio. Y que regresara a la Universidad sin comentarios.

Aún no me atrevo a juzgar qué de verdad lleva en sus adentros el manual. Para eso quedarán los aludidos Susana, Alfredo… también las bases que participaron en una revolución socialista que hoy sin embargo permite aupar a dedo un candidato entrenador en Madrid. Disculpen la parte de entrenador. Quédense sólo con el dedo. Pero eso es otro cantar. Esa es la parte divina del resistente Sánchez. Y lo divino tiene esas cosas. El conocerse y saludarse por encima de quienes le antecedieron en cualquiera de sus presidencias, de quienes esperaron para la evocación de sus gestas a retirarse de la actividad, satisfechos o no del material entregado a la historia. Esa es la condición humana de quienes le precedieron en el ejercicio directivo. La divina, en cambio, se jacta de ello.

Sigo leyendo y encuentro al resistente Sánchez a mitad de camino entre Dios y un mal citado Einstein. Coincidirán cuanto menos, que resulte paradójico que otra cita errada nos acerque a un autor, Hemingway, cuya relación con el resistente deberá encontrarse, como mucho, en su admiración al Minotauro por su cercanía a lo divino (que no al arte toreril, no confundan ni extrapolen precipitadas conclusiones). Curioso el subconsciente de los dioses…

El Manual del resistente evoca la historia de un sólido triunfo. Su condición divina sólo está para aportar victorias. Como Peter Parker. Como el hombre araña. "Si esto es el triunfo, odio ser derrotado", decía. Esa supremacía que sin duda medió para que por fin Leti, la Reina, tuviera el honor de conocerle; o Felipe VI disfrutara de su presencia. Y hasta ser amigos fuera del trabajo. Concesiones divinas que solo se permiten a los elegidos como Sánchez…

Y llegamos al éxtasis con escena de la más exquisita maduración cinéfila. Lacrimógena dimisión, renuncia al acta de diputado: "Después me fui directo al garaje del Congreso, donde tenía el coche aparcado. Me embargaba la emoción(..). Fue emocionante pero lo más sorprendente fue la reacción de las señoras de la limpieza, que aparecieron en el garaje para despedirse. (...)Finalmente pude subir a mi coche, y al asomar por la rampa, una multitud que me reconoció y empezó a aplaudirme al grito de "bien, Pedro", "fuerza". Intuyo al próximo triunfador del Festival de Málaga.

Quien se autorreconoce vencedor en las más difíciles situaciones; quien salvó la vida a 630 personas; quien visitó Sálvame y al grupo de televidentes mayores e incultas; quien se maravilla a sí por su capacidad de resistencia; quien, como dijo Miliki (jejejej…), tiene estos principios, pero si quiere puede darte otros… Peter, Pedro, Parker, Sánchez: El hombre araña. Divino. Resistente. Con o sin manual. No le hace falta.

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