Mezquita, Iglesia y Estado

Desde la desamortización, la izquierda tiene fijación con las iglesias, para saquearlas y quemarlas o para expropiarlas

Era un run-run que extrañamente ha ido in crescendo poco a poco. Para que no se notase demasiado. El asunto, que siempre ha estado en ese subconsciente expropiador, tan intrínseco a toda la izquierda, es tan viejo como la Revolución Francesa. Aquí, en nuestro sufrido y sufriente país no llegó su influjo hasta pasado el primer tercio del siglo XIX. Áscua aventada por soplos de los que entonces llamaban afrancesados, que fueron lo suficientemente liberales como para que les cobrasen la vida cuando sólo pretendían una mayor apertura de mente.

Aquí, en Granada, fue la veinteañera Mariana de Pineda, joven voluntariosa que dio la vida por el amor y por eso, por la libertad. Aquella peligrosa palabra que en los primeros años del siglo XIX había que pronunciar bajito, casi al oído, en cenáculos muy controlados en los que se hablaba de Constitución -aquella Pepa de Cádiz del 12- y de libertades, de fraternidad y de igualdad. A veces, seguramente, a algún canónigo o a algún militar atrevido se le escapaba alguna frase en el idioma francés, de Voltaire… ¡Qué locura! Al militar lo fusilaban y el canónigo, con un poco de suerte, escapaba en alguna fragata de varios palos y muchas velas que le llevaba a algún lugar de Inglaterra…

Y llegaron los ministros liberales, y abolida la Inquisición, arremetieron -le tenían ganas- a los bienes de la Iglesia. Y surgió otro nuevo substantivo: Desamortización, de la mano, primero, del chiclanero Juan Álvarez de Mendizábal -por el 1836- y luego por el culto pamplonica Pascual Madoz, que escribió una Enciclopedia Geográfica Española con los datos e informaciones que le facilitaron todos los curas párrocos de España, a los que, en agradecimiento y veinte años después que Mendizábal, también desamortizó algunos de los bienes que les fue pillando al ejercer su Ministerio de Hacienda.

Desde entonces, es fijación. En cuanto manda la izquierda, pone el ojo en los claustros y los campanarios. Unas veces para saquearlos y quemarlos y otras para expropiarlos. Y así, ahora, la presidenta de la Junta de Sevilla y el PSOE de Pedro Sánchez tienen la clara intención de acabar expropiando -junto a otros bienes de la Iglesia- nada menos que la Catedral de Córdoba, que fue mezquita hasta que Alfonso X -hace casi ocho siglos- la dio al Obispo y al Cabildo de canónigos: Pero todo eso, ahora, lo niega en un informe que firman tres, Federico Mayor Zaragoza; que no chochea; y como es boticario y no otra cosa, debe de saber mucho de historia y de derecho civil. ¿O no?

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