Esta boca es tuya

Antonio Cambril

cambrilantonio@gmail.com

Paseo navideño

Han arrebatado el centro de la ciudad a sus habitantes y lo han convertido en una apoteosis del mal gusto

Ayer me sorprendió la Navidad. Quedé en las Pasiegas. Mientras esperaba con los mercurios congelados contemplé estupefacto el tenderete recubierto de lonetas que esconde un Nacimiento y sirve de pretexto para vender lotería, chocolates, turrones y mil y un artículos de temporada. El chiringo afea un tercio del espacio e impide la contemplación de la imponente portada barroca de la catedral, pero servirá para costear a la Asociación de vecinos del Sagrario. Me desplacé de inmediato a Bib-Rambla, donde tres cuadriláteros concéntricos formados por las fachadas de los edificios, las terrazas de los bares y los puestos de venta, han reducido la plaza a la nada. Hui hacia Puerta Real y topé con el gordo de la Cruzcampo disfrazado de Papá Noel gigantesco, tres reyes magos más feos que pegarle a un padre y un sinfín de pegatinas que publicitaban, entre otras, una marca de aceite, un supermercado, una estación de esquí y una entidad financiera cuyo nombre aparecía hace poco en los informativos por su pretensión de desahuciar a una pareja con tres hijas. Proseguí la fuga por la Carrera de la Virgen, en la que un hiper ha hecho suyo un tramo de acera y ha instalado una fábrica de chocolate de juguete, aunque de tamaño natural. Y desemboqué por fin en el Paseo del Salón. Allí han instalado otro superbelén, una bola navideña en cuyo interior cabe todo el portal (con la sagrada familia, los pastorcillos, los angelotes, la vaca y el burro) y un inmenso tobogán que tapa todas las vistas de la Sierra y por el que puedes deslizarte tres veces al módico precio de cuatro euros.

Fue entonces cuando pensé que han arrebatado el centro de la ciudad a sus habitantes y lo han convertido en una apoteosis del mal gusto que confunde la chabacanería y el consumo desaforado con el espíritu navideño. El ruido visual era escandaloso. Imaginé que el Ayuntamiento lo promueve, o lo permite, para sufragar la ruina de las arcas municipales generada por el propio Ayuntamiento. Y recordé que semejante derroche lumínico coincide con el corte eléctrico que ha sumido varios días en el frío y las tinieblas a un buen número de vecinos de la calle Molino Nuevo y Rey Badís, en la zona norte. ¡Ciudad bipolar! Han convertido la Navidad en un inmenso negocio. Y al niño Jesús en un fabuloso agente publicitario con buche cervecero que vino al mundo para promover el turismo y ayudar a los maltratados comerciantes del Centro.

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