La chauna

José Torrente

torrente.j@gmail.com

Pedro e Iván

A Sánchez lo han enviado a su soledad política los mismos que lo usarían para romper la unidad constitucional

Disolver las Cortes y citar a los españoles en las urnas no era su prioridad. Acabar sus excursiones presidenciales al extranjero, soltar el Falcon y las vacaciones pagadas no era su intención. Ni siquiera una opción. A Sánchez le han empujado a hacerlo los "cuatro fachas de Colón", algunos barones y militantes del PSOE que dirige, así como los mismos ex etarras e independentistas del relator intermediario que lo pusieron donde ha estado residenciado en los últimos ocho meses.

Hagamos recuento del experimento. El Sánchez del peor resultado histórico del PSOE ejerció de humilde para esconder su ambición. Hasta que llegó a la Moncloa, donde dejó de ser Pedro y nació "soy el Presidente" que repetía incansable, con áurea de divismo y egolatría sanchista inmarcesible. Halló Sánchez más devoción pelotari de su gabinete Redondo que comprensión externa del pueblo llano. Menos entendimiento exterior que capacidad laudatoria hubiera entre sus impulsivos aplaudidores de guardia.

Propuso a un ministro que Pedro trajo de la Luna, y que allí sigue, que le ayudó poco tras la primera foto. Otra ministra plagiaria que dimitió del Ministerio antes de llegar, y un ministro de Cultura que casi juntó en la misma rueda de prensa la bienvenida y la despedida. Ministerios asignados a personas con gusto por la creación de la sociedad instrumental propia como "imaginativa" excusa para pagar menos impuestos. Y la Chiqui Montero intentando trasladar sus "hazañas" andaluzas en déficit y desempleo a todo el Estado. Y la aplauden, oiga.

A Pedro Sánchez lo han enviado a su soledad política los mismos que lo usarían para romper la unidad constitucional ante su desafío secesionista. Él quiso que así fuera. Se dejó atrapar por el insaciable mundo indepe, creyendo que era capaz de ponerles freno. Hasta ahí llegaba su engreída petulancia.

Ir a votar será opinar en primera persona, sin portavoz que interfiera. Es meter en la urna nuestra particular moción de censura o confianza, hacia quien nos gobernó y a quien aspira a gobernarnos. No han tenido que esperar sentados Rivera o Casado, a pesar de la chulesca amenaza del doctor Sánchez. Lo esperaron de pie, erguidos y retantes ante el cambio.

Ni socialismo, ni progresismo, ni diálogo. Lo de Pedro Sánchez era y es sólo ambición personal. Vestirlo de utilidad pública es su engaño, arrancando el motor del subvenciómetro y promoviendo el marketing y su nostalgia socialista a la eficacia de todo lo demás. Lo que diga Iván.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios