Esta boca es tuya

Antonio Cambril

cambrilantonio@gmail.com

Podemos y Cataluña

A Podemos lo aguardan. Y cavará su tumba si se alía con el independentismo tras el 21-D

Podemos se la juega en (o tras) las elecciones catalanas del 21 de diciembre. Si coquetea con el independentismo de izquierdas perderá el apoyo de miles de personas que no lucen la bandera rojigualda como capa ni vibran con el himno ni gritan "a por ellos" ni conceden al PP autoridad moral para gobernar el país. Esos ciudadanos se han criado intelectualmente en la idea de que el nacionalismo es consustancialmente de derechas, comparten las reflexiones expresadas por no pocos pensadores progresistas de que el caso catalán supone (entre otras cosas) una rebelión de los ricos, entienden que no conviene confundir al Gobierno con el Estado y no están dispuestos a abandonar a la población catalana que desea seguir siendo española. La tesis es discutible, pero si los dirigentes de Podemos no andan finos en la estrategia y en la comunicación corren el riesgo, no ya de perder cualquier posibilidad de llegar al poder, sino de influir en las decisiones políticas en los próximos lustros, lo que supondría dejar en la orfandad a millones de personas indignadas con las políticas aplicadas en materia laboral y social y frustrar las esperanzas de regeneración despertadas tras el 15-M.

Podemos nació con tres problemas que no ha resuelto. No ha conciliado sus diez mil almas. No ha establecido un pacto intergeneracional que le permita ser un partido joven aunque con una cuota significativa de experiencia vital entre los cargos orgánicos e institucionales. Y no ha comprendido que las redes son imprescindibles pero insuficientes; esto es, que hay que conseguir el imposible de calmar la enemistad de los grandes medios. A esos tres problemas se suma el Proces. El PP puede parir miles de independentistas en siete años. Y regalar las imágenes de las cargas policiales del 1 de octubre. Y convertir a media docena de consellers en "presos políticos" y a Puigdemont en el president en el exilio. Y asistir impasible a la salida de la cárcel de Ignacio González al tiempo que le descubren la millonada en Colombia. Y ver como las catedrales del periodismo silencian a la fiscal que habla de la Caja B o al jefe policial que mantiene en el Congreso que Rajoy cobró "indiciariamente" sobresueldos en negro. Pero a Podemos lo aguardan. Y cavará su tumba si se alía con el independentismo tras el 21-D. O si no deja claro que, en caso de apostar por un referéndum, lo hace para ganarlo. Y negociando, sí, pero sin que sean los independentistas quienes pongan el árbitro ni marquen las fechas y las condiciones.

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