Propósitos de año nuevo

Durante el pasado año se había portado muy bien y todo le fue mal. Así, el día de Reyes salió a ser un tipo desagradable

Aquel tipo salió a la calle con la intención de ser un tipo desagradable y practicar la malafollá. Era uno de los propósitos que se había hecho con la llegada del año nuevo: no ser mejor persona, sino ser peor persona. Durante el pasado año se había portado muy bien con todo el mundo, había sido amable hasta la saciedad con vecinos y amigos y había cumplido honradamente con su trabajo. También estaba convencido de que había dado más que había recibido. Sin embargo, todo lo fue mal. Su mujer le había pedido el divorcio, lo habían dejado en el paro tras una reestructuración en la empresa y en una revisión médica le habían detectado un bulto sospechoso en las axilas. Así que pensó: si he sido buena persona y todo me ha salido mal, a ver si siendo mala persona las cosas me van mejor. Así que el día de Reyes, después de comerse un trozo de roscón en donde estaba el haba, salió a la calle con la única idea de ser alguien a quien se pueda aborrecer fácilmente.

Por lo pronto borró de su historial de rutinas el dar los buenos días a los viandantes. En la panadería pidió el pan de costumbre y cuando la panadera le preguntó qué tal el año, él le dijo secamente: "Y a usted qué le importa". Luego le echó una monumental bronca a un ciclista que no respetó el paso de peatones. Al camarero que le sirvió el café se lo devolvió dos veces, uno por demasiado frío y otro por demasiado caliente. Se sentía bien practicando la malafollá dañina. Cogió el autobús que iba al centro y se sentó enfrente de una mujer en cuyas rodillas iba sentado un niño de unos cuatro o cinco años. En la tercera parada el autobús se llenó y en la cuarta entró una anciana con bastón que se puso a su lado. Por supuesto no le iba a ceder el asiento. Que se joda la anciana, pensó. En ese momento miró al niño y encontró en sus ojos la mirada limpia de la inocencia. Eran unos ojos sin contaminar por la vida, amables y a la vez inquisidores. Entonces este tipo se levantó y le dijo afablemente a la anciana:

-Por favor, siéntese señora.

Cuando la anciana se hubo sentado, miró al niño y encontró la más pura sonrisa que había visto jamás. Se le abrieron las carnes y pensó:

A tomar por culo los propósitos de este año.

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