No. No estuve. Claro, claro que me hubiera gustado. Hace casi veinte años tuve oportunidad de saludarlo. “Será un Rey ejemplar”, me dije. Recuerdo la cola que se formó en aquel interminable besamanos del primer Premio Lorca si no recuerdo mal. Desde junio de 2014, ejemplaridad y papel moderador fueron su sello, elevando el listón en el que debían medirse futuros monarcas europeos del siglo XXI. Desde aquel día, infinidad de ejemplos de servicio: se redujo el sueldo, prohibió que los miembros de la Familia Real trabajen para empresas o entidades privadas, que acepten regalos y favores; calificó de “deslealtad inadmisible” el referéndum catalán en su 23F particular, defiende cada día nuestra Constitución y “los legítimos poderes del Estado”, representa la pervivencia y es seguro de vida de nuestra Constitución… un Rey del siglo XXI.

Hace una semana volvió donde una familia granadina ansiaba su regreso. Las Tinajas. Fui testigo años atrás de una carta invitando y agradeciendo al Rey que días antes socorrió en la plaza de toros de Las Ventas un desvanecimiento de Mari Carmen, esposa de Pepe. Para esta especial e histórica ocasión, nadie lo sabía. Sólo Pepe, Silvia y José Enrique. Lo esperaron con nervios de quien se sabe inmerso en el devenir de días que siempre recordaremos. Para Granada esas fechas quedarán reflejadas para siempre en su extensa historia. Las Fuerzas Armadas tomaron literalmente la calle, devolviendo a miles de granadinos ilusión y cercanía por una institución al servicio de su democracia, por un país que ese día con orgullo se llamó una y otra vez España.

Se lo debemos a Amador Enseñat. Amador camina en esta ciudad como la historia de Las Tinajas. Son Granada. Vino hace tiempo. Lo hizo para quedarse. Cuando no está, no puede evitar ser su más predilecto mensajero. Desde la humildad y un silencio que convierte en pleitesía a una ciudad de la que a diario confiesa estar profundamente enamorado. Sí. Amador será siempre un grande de esta ciudad. Se ha ganado a pulso que Granada reclame su adopción como uno de sus más fieles hijos. Le debemos una semana respirando España en las calles de nuestra ciudad. Le debemos que España respire Granada cada vez que tiene ocasión de referirse a ella…

Las Tinajas esperaba al Rey. Es una casa de encuentros, de citas con la historia, de imágenes que a día de hoy darían para una enciclopedia. Todos forman parte de su libro, de ese que a diario se abre para seguir siendo parte y signo de la ciudad. Ahora que se suceden las generaciones, ahora que José Enrique y Silvia se encargan a diario de abrir la pesada puerta de tanta historia, queda el consuelo de saber que en aquella calle del general Martínez Campos –casualidades otorga la historia– Las Tinajas seguirán siendo Granada.

No. No pude ver al Rey. Me queda el recuerdo y el consuelo que para ocultar la reserva sólo se les ocurrió disfrazarla de “Pablo Luque, 10 personas”. Sí. Quizá cuando sea mayor –empieza a no quedar tanto–, podré contar a mis nietos que Las Tinajas, Pepe, Silvia, José Enrique, me hicieron rey por un día. Sí. Será una hermosa historia para ellos… una hermosa y bonita historia…

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