Bloguero de arrabal

Pablo Alcázar

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Voto en negro

Hay quien dice que Soraya es una especie de Fouché, el conspirador francés que acabó con Robespierre

Apánfilo, un amigo jubilado, disruptivo y solitario, no le dejan votar en las primarias. Hasta esta tarde no he sabido que es uno de los 869.535 afiliados ectoplásmicos del PP. No sé por qué no me ha hablado antes de su militancia conservadora. Le recuerdo lo bien que se soportan un cura preconciliar y un alcalde comunista en la novela Don Camilo (1948) del escritor italiano Giovanni Guareschi. "Pánfilo, hubiéramos seguido siendo amigos", le aseguro. Puestos, me abre su corazón y me cuenta que pensaba votar a Soraya Sáenz de Santamaría, pero que el detalle de plantar su bolso en el asiento de Rajoy, autoproclamándose heredera del trono vacante, mientras el presidente se refugiaba con unos amigos en un bar cercano del Congreso, el día de la moción de censura, no le había hecho gracia. Tampoco los rumores de que esta mujer es una especie de Fouché, el conspirador francés, inventor del espionaje moderno, que mandó a la guillotina al mismísimo Robespierre. También se dice que es la que maneja la ametralladora del fuego amigo dentro del PP. Parece que Rajoy tampoco sabía nada de esto y que la única queja que formuló contra ella, en las 8 horas que estuvo ausente de la Cámara, fue que Soraya había descuidado los asuntos de gobierno el último año porque se había vuelto a enamorar románticamente. La responsabilizaba de la derrota. No considera Pánfilo que una gran pasión justifique esa dejación de funciones. Le pongo ejemplos de algunas mujeres que abandonaron sus obligaciones, ciegas de amor: las protagonistas de novelas como Su único hijo, Madame Bovary olas 50 sombras de Grey. "Eso son novelas", argumenta. "No te canses", me comenta compungido, "de todas maneras no me permiten votar. Yo ya estaba decidido a hacerlo por uno de los seis candidatos del PP; la campaña de Wyoming, desde el Intermedio, a favor de Joserra, me había convencido. Pero me han dicho en la sede que no pago las cuotas desde que Fraga se bañó en Palomares por lo de la bomba atómica. Y no me dejan. Me he cabreado. ¡Con lo ilusionante que me resulta este candidato! Además, ¡claro que pago las cuotas!, pero las vengo pagando en negro, como la mayor parte de los 869.535 afiliados volátiles del Partido Popular. Para no desentonar. Que se lo pregunten a Bárcenas. Debo de aparecer en alguno de sus papeles".

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