Esta boca es tuya

Antonio Cambril

cambrilantonio@gmail.com

La bandera pirata

En Podemos hay diez peleas y seis cargos públicos, encerrados, discutiendo el derecho a la propia autodeterminación

José Luis Serrano, catedrático de Filosofía del Derecho y presidente hasta el momento de su muerte del grupo de Podemos en el Parlamento andaluz, deslumbraba por su facilidad de palabra y en sus discursos incluía con tino expresiones de ultimísima irrupción. Fue a él a quien, tras el primer éxito electoral de la formación morada, le oí decir que a la izquierda del PSOE se le había abierto "una ventana de oportunidad". Y después concluyó que esa ventana no permanecería abierta indefinidamente.

Pasados casi tres años, Podemos, y sus diez mil almas que no logra conciliar, no ha saltado por la ventana. La formación morada ha contado con la animadversión de los poderes económicos y de muchos medios de comunicación dependientes de ellos, que han magnificado sus defectos y enmascarado sus virtudes, pero su propensión a repetir errores empieza a rozar lo paranormal. En lo que atañe al desafío independentista en Cataluña, sus líderes se han declarado partidarios de la continuidad de la unión, pero no han sabido transmitirlo al conjunto de la ciudadanía. Y, cuando han postulado que la única salida al conflicto es ya la celebración de un referendo legal, lo han hecho sin precisar claramente las ventajas del destino común ni las condiciones que permitirían a la mayoría, a los de abajo de uno y otro lado del Ebro, ganar esa consulta. La imagen proyectada ha sido la de una macedonia nacionalista y no la de un partido con una idea clara de España sin la que es imposible acariciar el poder.

Esa errática política nacional tiene su reflejo en provincias. En el Ayuntamiento de Granada, por ejemplo, se han aliado dos concejales para destituir de la portavocía a la tercera componente del grupo. Hastiada de la "confrontación permanente", la diputada nacional Ana Terrón abandona el Consejo Municipal después de que lo hiciera la parlamentaria autonómica Carmen Lizárraga, cuya conexión con su compañero Jesús de Manuel no parece excelente. Y el secretario general en la capital, Alberto Matarán, que no habla ni por teléfono con el diputado provincial Luis de Haro, defiende la "independencia" de Granada respecto a las direcciones de Madrid y Sevilla. Hay diez peleas y seis cargos públicos, cada uno con su bandera pirata, encerrados, discutiendo el derecho a la propia autodeterminación, dejando en la orfandad a sus votantes y postergando la oportunidad de entrar o salir por la ventana ya entornada antes de que un golpe de viento, o de tiempo, la cierre.

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