Los nuevos tiempos

César De Requesens

crequesens@gmail.com

Al calor de Carlos Cano

Carlos revive entre nosotros cada vez que alguien entona ese canto a la victoria del débil

Coreaba el público la 'Murga de los Currelantes' en el Teatro Isabel la Católica y se diría que el propio Carlos también la tarareaba allá donde esté con la alegría del artista que ve su obra repartida en los corazones de sus paisanos. Porque los granadinos que allí acudieron aquel jueves de abril de la pasada semana, hacían los coros de esa murga que se agiganta con los años y la perspectiva dejando entrever la capacidad de síntesis y de garra poética del mayor de los juglares que estas tierras han tenido.

Con justicia los deudos de Cano se reunían para rendir homenaje a un hijo de esta ciudad que tan poco mima a sus cantores. "Granada vive en si misma tan prisionera / que solo tiene salida por las estrellas" dejó escrito quien supo capturar en sus letras la esencia rebelde de la patria oriental de Andalucía.

Llevaba a Granada en ese corazón que no pudo más y de ella se ufanaba este renovador de estilos que dejó huella en la canción española, la cañí de siempre y la mestiza de ahora, ya fuera en la Habana/Cádiz del Caribe o en el Buenos Aires de la Madres locas que resistían hasta la victoria siempre la resignación del olvido.

Ese espíritu eterno contra lo injusto, contra el dinero tirano y sus mercadeos de vidas e ideas, contra el desarraigo o las mezclas sin sentido fueron el manantial del que bebió este cantante malhumorado y tierno que tenía el don de la alegría a pesar de la vida.

Su viuda y su hija Amaranta, centinelas de su memoria, luchan con muchos hoy por hacer justicia a la memoria de un gran cantante orillado por la centrifugadora insaciable de las productoras más pendientes de los insulsos triunfitos que de las hondas raíces de lo propio.

Voces tan diversas como las de Martirio, Juan Trova o, entre otros, Raúl Alcover se sucedieron sobre el escenario para revivir sus letras, tan vigentes hoy día en que la desfachatez del poder aun sonroja a la gente buena y común que tarareaba en la platea 'María la Portuguesa' y que pedía ya de pie y entre aplausos más Carlos, más Cano, más.

Hay rituales colectivos necesarios. Este fue uno, porque Carlos revive entre nosotros cada vez que alguien entona ese canto a la victoria del débil, esa batalla constante a la que nos convoca este hijo de su tiempo y de cualquier tiempo, sin olvidos.

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