La chauna

José Torrente

torrente.j@gmail.com

El engaño

A Calviño solo la mantiene en el Gobierno ser la persona con la que la UE establece relación de credibilidad con su socio

Sánchez se presentó a las últimas elecciones prometiendo no hacer lo que hizo dos días después de su victoria. Un engaño amplio, con el que dejó su tarjeta de visita en el buzón de todos los que mordieron el anzuelo de su falso y muy narcisista progresismo. Y votaron a su partido, porque creyeron lo que les prometió. No lo reconocerán más que unos pocos, pero los engañó.

El del "no es no" a Rajoy, aquel Sánchez cuando tan solo era Pedro, el que pedía dimisiones y daba arañazos desde la oposición por un perro muerto tras el ébola, llamó, ahora sí, a la unidad tras su persona. Otro engaño, porque a la vez mandaba a su portavoz a soltar insultos, marinados con marchitos pétalos socialistas y tono retador, contra quienes le dijeran "no". O yo, o mi persona. Ese era su plan.

"Los socialistas somos muy de fiar", declaraba Carmen Calvo un año antes de que las decisiones de Sánchez hundieran tal aserto, como antes no lo hicieron Pixie ni Dixie. Y llegó el acuerdo de la ignominia con Bildu, esa nueva guinda de un mentiroso andante. Lo negoció engañando a todos, otra vez. Al PNV, que nada sabía de sus tratos extramuros con los herederos de ETA; Ciudadanos, a quienes les escondió el conchabeo por si ahuecaban el ala al conocer ese pacto, antes de votar la prórroga; a sus propios ministros, que se enteraron del acuerdo con Bildu por la prensa; incluso engañó a sus socios de investidura y Gobierno, cinco horas después, justo antes de medianoche, cuando el PSOE rectificó, tras el órdago de Calviño, al conocer un pacto contra la legislación laboral de España, impulsado junto a quienes quieren verla hecha añicos. A Nadia Calviño solo la mantiene hoy en el Gobierno ser la persona con la que la UE establece relación de credibilidad con su socio español. De lo contrario, Iglesias ya la habría cesado. Y Sánchez también.

"Sorprendido y dolido" se declaró un García Page compungido. En Granada le secundó el exalcalde Jesús Quero. Razones hay para pensar que son sinceros, pero quedarse en las palabras no ayuda a acabar con mentecatez tan extrema de Sánchez y sus dislates bildutarras.

Para esconder sus precipicios, esos filos infranqueables a los que nos expone, qué bien le viene a Sánchez que VOX se precipite y colapse las vías, que la bandera de todos le sirva de pantalla para amagar sus errores, y que el ruido cacerola le ayude a ensordecer su indecente pacto. Por eso autorizó las manifas, para esconder su gestión tras ruidos de cláxones y banderas.

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