Cambia, todo cambia

Hay esperanza

Para destapar la corrupción granadina también ha sido fundamental la colaboración ciudadana

En 1961, la filósofa Hannah Arendt acudió a Jerusalén como enviada especial de la revista The New Yorker en el juicio contra Adolf Eichmann, que fue uno de los principales responsables de la solución final. Los artículos que escribió esta judía de origen alemán le granjearon el odio eterno del sionismo, pues se atrevió a cuestionar con toda lógica la legitimidad jurídica de Israel. Además, frente a la versión oficial de la Historia, propuso su concepto sobre la banalidad del mal, señalando que la mayoría de personas que dirigieron y colaboraron en el holocausto no eran demonios sino gente normal que asumía la ideología nazi y la aplicaba con la diligencia que corresponde a quienes trabajan orgullosos para su país.

El retorno de las ideologías fascistas a los gobiernos de media Europa y la poca resistencia que se percibe a sus políticas públicas confirman los brillantes análisis de Arendt, situándonos de nuevo ante el abismo. Si Auschwitz pudo ser el inicio del siglo XXI como señala Carl Amery, me aterra pensar qué clase de matanzas tienen en sus cabezas los ultraderechistas europeos para abordar la creciente escasez de recursos naturales que afrontamos en el Siglo de la Gran Prueba en palabras del filósofo español Jorge Riechman.

Pero quizás pasemos esa prueba pues todavía queda esperanza. Como la que nos dan los ayuntamientos del cambio y el nuevo gobierno de Pedro Sánchez cuando rescatan a quienes sólo pretenden una vida mejor, dejando en evidencia la indolencia de Europa y la crueldad de las políticas migratorias que promueve la derecha extrema y también la moderada.

Queda esperanza porque no todo el mundo encaja en la banalidad del mal. Siempre hay quienes, a pesar del riesgo, se niegan a ejecutar acciones injustas, como aquellos bomberos españoles que no participan en desahucios o se niegan a cargar barcos de armas. Además están quienes denuncian acciones contrarias al interés general, como ocurre a menudo con la corrupción. Así, la integridad de muchas personas ha sido clave para destapar importantes casos de corrupción en nuestro país, como por ejemplo el imán que encontró y entregó los papeles que han enviado a prisión a Zaplana.

Para destapar la corrupción granadina también ha sido fundamental la colaboración ciudadana, desde los funcionarios municipales que destaparon el Caso Serrallo hasta el empresario Ramón Arenas que no ha dejado de denunciar las malas artes del PP granadino.

Por eso para no volver a caer al abismo, la sociedad necesita proteger a quienes no siguen el patrón de la banalidad del mal; así, quienes pretendan socavar derechos fundamentales sabrán que están perdidos en una democracia avanzada como la nuestra.

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